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Sorteo "Día del libro" en Más que vampiros

Hola, aunque con el tiempo justo, os anuncio un concurso del que me he hecho eco hoy mismo. El blog "Más que vampiros" realiza un sorteo de 3 libros que tienen muy buena pinta.

Os dejo banner en lateral, daros prisa solo teneis hasta hoy dia 30.

Capítulo III




Tyrons estaba inmerso en el papeleo cuando una risotada lo desconcentró. No tenía que levantar la cabeza para saber a quién pertenecía…a la preciosa Megan. Llevaba trabajando para él casi dos meses y desde el momento que la vio sintió ganas de someterla, pero como decían en este planeta…"Donde tengas la olla, no metas la polla", que era precisamente lo que él quería meter y hasta el fondo. Nunca fue ser de una sola hembra y los celos y malos rollos no iban con él, por lo que nunca le propuso que fuese su sumisa en una de sus sesiones, aunque estaba seguro que sería delicioso hacerla suplicar.
Cuando llegó a la Tierra quedó maravillado con esta especie. Su tabú hacia el sexo los hacía tremendamente irresistibles. Reprimiendo sus deseos conseguían que su rendición ante él fuese doblemente placentera. Explorar la sexualidad dormida de cada uno de estos seres era la mejor experiencia que cualquier Dom pudiese experimentar. Sus cuerpos eran preciosos lienzos en blanco donde sus marcas lucían cual bellas pinceladas creadas por la sutil caricia de su látigo. Criaturas delicadas moldeables cuan arcilla en sus manos. Adoraba escuchar sus suplicas, siendo estas música para sus oídos. Ser artífice de tal perfección cuando les permitía alcanzar el ansiado éxtasis que embarga sus cuerpos. En sus pieles dejaba su arte, en sus mentes la sabiduría de la verdadera pasión y en sus almas la grandeza del deseo. 
Echaría de menos este planeta cuando tuviesen que partir y a sus gentes, sobre todo a una en particular. Estaba descolocado, por primera vez en sus 125 años de vida, un órgano que no era su polla sufriría por abandonar a una hembra.

El ruido de la puerta al abrirse hizo que su mente dejara en segundo plano la aceptación de sus verdaderos sentimientos para centrarse en el ser que acababa de aparecer. Shedric, el Capitán de legiones y parte de su ser, ocupaba casi la totalidad de la gran puerta trasera y por su cara sabia que lo que venía a decirle no era nada bueno. Daba gracias a los Ancestros porque pronto volverían a casa, pues cada día que pasaba el grandote estaba más irascible, odiaba a esta especie, todo lo contrario a él.
Cuando Shedric llegó al Placeres de otro Mundo estaba todo en silencio, con la luz del día iluminando el lugar, nunca imaginarias las actividades que en la planta superior se desarrollaban y no se refería al sexo, sino a las mujeres que buscando algo diferente, algo de emoción o cambios en sus vidas venían aquí y sin saberlo eran evaluadas como futuras criadoras para su raza. Se seleccionaban las que no tenían familia y tampoco mucha vida social, ya que era más fácil hacerlas desaparecer y con la magia y el poder del Maestro era borrada su memoria y llevadas a Skarya. Habían sido miles las hembras reportadas a su planeta, pero ahora que sabían de la existencia de compañeras en este planeta los experimentos quedarían relegados para dar paso a la búsqueda incesante por parte de los machos Skarianos de las hembras marcadas. Solo pedía a los Ancestros que estas hembras no sufrieran mucho cuando encontraran su fin a manos de sus compañeros, porque estaba seguro que una vez saliera su verdadera naturaleza en el apareamiento nada las salvaría de la muerte. Él mismo daba fe de lo que era capaz de hacer un macho a una hembra, lo despiadada que podía llegar a ser su bestia. En el fondo sentía pena por esta frágil y delicada especie.
Despejando sus pensamientos, de un recuerdo el cual desearía poder sino borrar de su memoria enterrarlo en el fondo de ella, se centró en la cuestión que lo había traído hasta aquí. Vio a Tyrons detrás de la barra y con paso raudo fue a su encuentro. Había pasado un día desde que Godrimatt soltara la bomba, necesitaba contarle lo que había pasado, encontrar juntos un modo de salir victoriosos de la situación en la que se encontraban los tres, sin acabar con la cordura de nadie en el proceso, sobretodo la suya, puesto que la de la humana le importaba bastante poco.
— ¡Hombre, mi gigante favorito! —Con una sonrisa Tyrons le guiñó un ojo a Shedric— ¿Qué tal la rubia que te llevaste anoche a casa? ¡Buena eh! Yo he estado un par de veces con ella y madre mía con esa lengua que tiene hace maravillas, sino estuviese seguro juraría que no es de este planeta —. Al no recibir contestación alguna Tyrons dejó los papeles y se centró en su amigo el cual tenía un aspecto que nunca habría jurado vería en él, estaba abatido y agotado.
Shedric apoyó la frente en la barra y suspiró profundamente no sabía por dónde empezar.
— Tyrons colega, te tengo que contar una cosa que seguramente no vas a creer, pero te juro por los Ancestros que es cierta… —Tyrons intentó cortarle, pero Shedric prosiguió. Cuanto antes lo soltara mejor— Tu conoces a Deborah, la chica de la librería de enfrente, se que su amiga trabaja aquí, ¿Qué opinas de ella?
— Solo coincidí con ella en una ocasión, pero Megan habla mucho de ella y por lo que dice es buena chica. lista, guapa y algo paradita…ideal para mis gustos, tu ya me entiendes... —dijo el canalla volviendo a guiñar el ojo— y según megan una mujer con un gran corazón y el alma más pura que hay en este planeta.
Tras unos segundos de silencio, al no recibir contestación por parte de su amigo, a Tyrons le picó la curiosidad.
— ¡Por qué preguntas Shedric! ¿No me digas que el fiero Capitán está empezando a replantearse sus creencias sobre esta especie? —preguntó Tyrons con tono socarrón.
— ¡Por todos los Ancestros, Tyrons! —Shedric bufó dejando bien claro la repulsión que tenia hacia los humanos— No me digas que tú, un macho al que le gusta pegar y torturar a las hembras, le tiene aprecio a esta raza de seres débiles y mezquinos….
La bestia de Tyrons rugió por salir en cuanto Shedric espetó las palabras.
— ¡Yo no pego y torturo a las hembras!…¡Jamás, me oyes…jamás vuelvas a repetir esas palabras!... —su bestia afloró pese a sus esfuerzos— Yo las hago disfrutar. Conmigo experimentan el arte de la sumisión, adoran lo que les hago, su placer es lo primero y te aseguro que con ningún macho disfrutan como lo hacen en mis manos—acercando su cara a milímetros de la del obtuso Capitán de legiones y clavándole la mirada fuego de la bestia, susurró con arrogancia— Y si no me crees, pregúntale a tu querida Shibarya.
Shedric intentó reprimir a su bestia, pero le fue imposible y con las garras ya formadas asió a Tyrons arrugando su preciosa camisa de seda.
— ¡No vuelvas a nombrarla! En cuanto lleguemos a Skarya, la reclamaré y ella se convertirá en mi pareja ¡Nunca vuelvas a poner su nombre en tus labios! —escupió con rabia. Separándose de él, y con las manos ya humanas en alto, dio dos pasos atrás para evitar destrozar a su compañero— Y para tu información, a la rubia la llevé a su casa. Da gracias que no la dejé tirada en medio de la nada. Sabes que no me alimento de humanos, por lo que no estoy obligado a copular con ninguno de ellos.
Tyrons sabía perfectamente que el Capitán se había contenido, de hecho bastante. Por menos otros habían perecido en un baño de sangre, de ahí su apelativo, recaía en él no llevar esto más lejos y que todos los humanos en el local se percataran de su autentica naturaleza.
— De acuerdo, lo siento. Eso ha estado fuera de lugar, pero estoy harto de ser tratado como un sádico…yo no soy como mi hermano.
Algo más calmado Shedric decidió contárselo todo, como se suele decir de un tirón duele menos. El Skar en la espalda de Godrimatt, la certeza de que las compañeras se encontraban en la Tierra y la suposición de que el Maestro los reclamaría en breve para comenzar el ritual de aceptación.
— Te conozco Shedric y sé que si has venido hasta aquí es porque tienes algo planeado, por lo que desembucha... ¿Que piensas hacer?
Shedric con una traviesa sonrisa en su cara, sin más, dio media vuelta y se fue.
Tyrons sabía perfectamente que de allí iría derechito a la librería de Deborah y esperaba que los Ancestros protegieran a la pobre chica, porque tratándose del Sanguinario te podías esperar cualquier cosa. Pensando en todo lo que su compañero le había dicho no salía de su asombro, ellos eran las tres partes de un solo ser y Debby, como la llamaba Megan, era la compañera de su amigo. Mirando al frente no dejaba de pensar en lo caprichosos que eran los malditos Ancestros, si las compañeras eran humanas…
<< ¿Por qué le había tocado a él ser parte del ritual, precisamente, de la mejor amiga de la única humana por la que estaría dispuesto a ser monógamo? >>
Siempre había sido un promiscuo, incluso era tachado de eso por su pueblo, y no estaba seguro de cómo afectaría su actitud y su hambre a Debby. En el fondo creyó que llegaría el día que encontraría la hembra perfecta para él, dispuesta y ansiosa por ser sometida. La hembra que apreciara sus azotes, que adorara sus latigazos dados con maestría en su monte de Venus y sollozara cuando le pusiera las pinzas en los pezones. La hembra que disfrutara al ser sodomizada, siendo empalada por su gran pene, fuertemente tirando de su largo cabello negro como la noche, a cuatro patas, como el animal que sería en sus manos, un animal ansioso de placer. 
Que respirara y exudara sexo por cada poro de su piel. Que rogara entre llantos por su liberación y, cuando finalmente esta le fuese concedida, que con una ferocidad innata se alimentara de su éxtasis como él lo haría de las mieles de su sexo. Sí…eso era lo que él necesitaba y rogaba que Shedric no estuviese equivocado y realmente sus compañeras estuviesen aquí, pues había una humana que sería su compañera perfecta.


Al otro lado del local Megan tonteaba con uno de los proveedores de bebidas, pero no podía evitar estar pendiente de lo que sucedía en la barra. No veía ni oía muy bien desde esta distancia, pero ella juraría que su jefe y su amigo estaban discutiendo. Disimuladamente miró hacia ellos y quedó sin respiración cuando vio los ojos de Tyrons, el dorado había desaparecido convirtiendo su iris en una mancha roja. Parpadeó varias veces para aclarar su vista, era imposible que lo que acababa de ver fuese cierto y cuando él volteo la cabeza para mirarla. Dejó escapar el aire de sus pulmones y se recriminó el ser tan tonta…el piercing sobre su ceja izquierda era un rubí. Seguramente fue el destello de éste lo que la hizo ver lo que ella creyó eran unos ojos rojos.

 

Capítulo II


Tumbada en la cama boca arriba, tapando sus ojos con el antebrazo, Deborah hizo un último esfuerzo por atraer el sueño a ella. Con los ojos cerrados intentó relajarse lo suficiente para que su mente sucumbiera a las necesidades de su cuerpo. A punto de conseguir su ansiado objetivo el maldito despertador arruinó toda esperanza, pues una Rihanna a todo volumen cobró vida proclamando que látigos y cadenas la excitaban. Con más ímpetu del necesario, barrió con la mano la mesilla de noche, tirando todo a su paso. Haciendo acopio de una enorme fuerza de voluntad se arrastró de la cama y se dirigió al cuarto de baño, no sin antes recoger del suelo el dichoso aparato torturador y comprobar que por primera vez desde que tenía la librería llegaría tarde.
Era dueña de una pequeña y modesta librería al sur de la ciudad. El barrio estaba atestado de tiendas de ropa, zapaterías, centros lúdicos y alguna que otra cafetería en las cuales al caer la noche podías tomar una copa tranquilamente. Una librería no era un negocio que entonara mucho, pero después de estar buscando durante seis meses locales fue el único asequible a sus posibilidades. Se había mudado a Lake Charles hacía ya dos años con la intención de empezar de cero. Aquí nadie la conocía, excepto Megan, y ella nunca la cuestionó por su supuesta herencia y nunca lo haría, por lo que era una nueva oportunidad de llevar una vida libre de prejuicios y señalamientos con el dedo. Quería encontrar un hombre que viera en ella a una compañera y no a una guarra dispuesta a acostarse con todos sus amigos porque era lo que se esperaba de ella. Apenas recordaba a su madre y sus padres, habían muerto cuando ella tenía solo siete años, aunque la gente de Benton se ocupó que el estilo de vida que llevaron sus progenitores no fuese olvidado por nadie. Tenía doce años cuando su tercer padre de acogida la puso en antecedentes de lo que se esperaba de ella por ser hija de quien era… nunca olvidaría esa noche. Pensó que sería como las demás, se oirían los gritos de Edward y Mary durante un buen rato, después el portazo y tras eso la tranquilidad hasta la siguiente noche, pero no fue así. Esa noche tras los gritos, lo que escuchó fue el abrirse de su puerta. Al principio no entendía lo que el mascullaba, mezcla porque hablaba entre lenguas y por lo borracho que estaba. Cuando se sentó en la cama, en su ignorancia, preguntó qué pasaba y lo siguiente que notó fue el frio que sintió al ser despojada de las mantas. En ese momento se asustó, nunca fue una niña muy espabilada para ciertas cosas, pero tenía claro que sus intenciones no eran buenas, y pese a eso no pudo más que encoger las piernas y pegar las rodillas al pecho, temblando, esperando que llegara lo peor cuando puso una mano sobre su pie. En ese instante la puerta se abrió nuevamente de par en par, apareciendo Jonathan con un bate de beisbol en la mano… -¡Apártate de ella! Esta vez no me quedaré quieto ¡Como la toques te mato!- … gritó con rabia las palabras su salvador. Igualmente como supo en ese momento que no era la primera vez que Edward abusaba de una de las niñas de acogida y que al día siguiente su amigo llevaría un ojo morado, también supo, al igual que el cerdo junto a ella, que con apenas catorce años aquel niño estaba dispuesto a llevar a cabo su amenaza. Edward, mirándola con odio, se acercó a su cara y espetó las palabras que hasta día de hoy no había borrado de su memoria… -Eres como ella, lo llevas en la sangre y aunque intentes evitarlo serás una puta como lo fue tu madre-. Tras esa noche la verdad arrolló a Deborah, fueron muchos los Edward que pasaron por su vida; en el instituto, en el trabajo. Estaba harta de llevar una carga que ella no había metido en su mochila y cuando cumplió los dieciocho salió pitando de allí como alma que lleva el diablo, pero estaba marcada, esa escoria tenía razón, lo llevaba en la sangre.
Había estado siete años dando tumbos hasta llegar a Lake Charles. Su vida aquí era monótona, rozando el aburrimiento y eso estaba bien para ella, sin embargo anoche lo fastidió todo al ir al Placeres de otro Mundo.
<< ¿Cómo había sido tan ilusa de pensar que podría ir a un club como ese y no ceder a sus instintos?
Después de tantos años tenía que dar la razón a toda esa gente que la juzgó. A la primera oportunidad la había fastidiado. >>
Harta de oír las historias que contaba Megan sobre lo que sucedía en el local donde trabajaba como camarera y de aguantar sus comentarios sobre el sexo maravilloso que practicaba en él, quiso comprobar por sí misma si era cierto. Armándose de valor decidió visitar el local. Al llegar a la puerta un hombre enorme vestido de negro la inspeccionó de arriba abajo. Se había recogido el pelo de manera que el cuello quedara visible dejando la parte de atrás suelto hasta mitad de la espalda y escogió un vestido negro de tirantes finos tan ajustado al pecho que daba la sensación que reventarían la tela. Era entallado de cintura, suelto de caderas y llegaba hasta mitad del muslo, se sentía sexy con él puesto; para rematar optó por calzar unas sandalias de tacón alto atadas justo hasta mitad de la pantorrilla, daba por hecho que no estaría mucho tiempo de pie, esas sandalias eran divinas, pero le dejaban los pies destrozados. Mirando al gorila a los ojos alzó las cejas esperando su veredicto, éste abrió la puerta y poniendo su mano en la parte baja de su espalda la instó a entrar.
Un recibidor con las paredes pintadas de negro y luz tenue azulada era lo primero que veías al entrar al Placeres, dándole un aire misterioso que hacía que te picara la curiosidad por ver más. Al frente estaba la puerta doble que daba acceso a la pista de baile y la única barrera que la separaba de experimentar por primera vez en su vida el verdadero deseo, aunque en ese momento no lo supiese. La sala era inmensa, con una tarima circular justo en medio.

Las barras bordeaban la pista a derecha e izquierda y al fondo se veían sillones semicirculares con pequeñas mesas ante ellos. Era sensacional ver a toda esa gente contonearse al ritmo de la música, conseguían hacer que tu cuerpo se sintiese liviano, despojándolo de cualquier inhibición. La zona de mesas estaba cubierta por una balconada en la que mucha gente estaba asomada ojeando la pista de baile,  con el reflejo en sus caras de haber practicado el mejor sexo de sus vidas. Ahora entendía porque Megan amaba este lugar, siendo tan promiscua como era, esto sería un paraíso para ella y no solo para ella… ¡El Placeres estaba a reventar! 
                                               
Después de divisar a Megan tras una de las barras y saludarla con una sonrisa de oreja a oreja, se dirigió hacia la zona donde se encontraban las mesas, desde allí tenía una amplia visión del local. El ambiente era realmente tentador. Inconscientemente su propio cuerpo sucumbía por momentos. La sinuosa danza de cuerpos sudados y extenuados por los movimientos provocativos de sus bailes hacía que una única palabra viniera a su mente… "Sexo". Tenía ganas de bailar, de reír y disfrutar; realmente el Placeres era un paraíso de la desinhibición. Fue entonces cuando su mirada quedó trabada en la mesa de al lado. Habían tres hombres, cuál de ellos más espectacular, estaba segura que toda fémina del local e incluso más de un hombre estarían admirando a estos ejemplares. Pudo reconocer a uno de ellos, Tyrons, el jefe de su amiga. Solo lo había visto una vez, aunque por todo lo que le había hablado de él Megan era como si ya lo conociese, estaba claro que estaba pillada, sin embargo no era santo de su devoción precisamente, los dominantes no le iban para nada. Otro hombre de cabello corto, negro como la noche, le daba la espalda por lo que no pudo verle la cara y por su tamaño tampoco la dejaba ver al hombre frente a él. Cuando el moreno se reclinó hacia delante para coger la copa ante ella apareció el hombre que hizo que su respiración se detuviera, su boca se secara y sus manos sudaran. Era un hombre atractivo, tendría poco más de treinta años y a pesar de estar sentado se podía intuir que era alto y por su torso ancho apostaba que bajo esa camiseta luciría unos espectaculares abdominales. Su curtido rostro de tez bronceada enmarcaba unos ojos azulados, una nariz recta que le daba cierto aire aristocrático y unos labios sensuales a los que ella no podría negarse, sin embargo fue su intensa mirada lo que la convenció de lo equivocada que había estado al pensar que todos los años de negarse a sucumbir al deseo la mantendría segura. Mirándolo imaginó lo que se sentiría al tener sus grandes manos sobre su cuerpo, su lengua lamiendo sus pechos, ella rogándole que la poseyese; y sumida en su fantasía no se  percató que mordía su labio inferior sin apartar la mirada de él. En el momento que su mente dejó de proyectar las imágenes que habían hecho que su cuerpo palpitara, a sus oídos volvió a llegar el sonido de la música y sintió de nuevo el tacto frio del cristal entre sus manos, fue entonces cuando se percató que él sonreía. Por un instante quiso ser como su amiga, tener el valor suficiente para ir a por lo que quería, pero no podía actuar así y dar la razón a los que durante su vida le dijeron que seguiría los pasos de su madre. Con las mejillas teñidas de rojo se giró y centró su atención en la pista de baile, la había pillado embobada mirándole y ella se moría de la vergüenza. Bebió su copa e intentó recomponerse, pero tuvo unas ganas irrefrenables por ir al baño. Se levantó dispuesta a no salir de este hasta que pudiese controlar un poquito su libido, o eso era lo que pretendía hacer, ya que toda intención murió en cuanto vio al causante de su calentón al fondo del pasillo.
Apoyado en la pared, con los brazos cruzados sobre su amplio pecho, emanaba un aura que lo hacía parecer poderoso y a la vez peligroso, sin embargo ese mismo halo la atraía hacia él irremediablemente. Fue directa sin dejar de mirarle a los ojos, le agarró la camisa con ambas manos y tiró hacia sí con todas sus fuerzas, era más alto que ella, pero no fue impedimento para que ambos amoldaran sus cuerpos y sus bocas se encontraran. En cuanto las lenguas se entrelazaron en una danza de movimientos coordinados su cuerpo estalló en llamas, era increíble que un simple beso, aunque fuese apasionado y salvaje, creara ese estado de excitación en ella. Rodeó su cuello y él apretó sus nalgas con fuerza. Bajó las manos hasta los muslos y como si de una muñeca de trapo se tratara la levantó posicionándola contra su entrepierna. Apenas había conseguido abrazar su cintura con ambas piernas cuando, con una rapidez asombrosa, ya la tenía contra la pared. Metió la mano entre sus cuerpos, el vestido se había subido por lo que no le costó apartar las bragas a un lado, y con maestría acariciar su sexo sutilmente, haciendo que un gemido se escapara de sus labios. Dejó de besarla para acercar los labios a su oído y pronunciar las palabras que la hicieron desearlo aun más… - Umm…mojada y preparada como a mí me gusta -.
Sus miradas se cruzaron y al contemplar sus ojos supo que jamás había conocido un hombre como este. Era increíblemente sexy y queriendo provocarlo aun más mordió su labio inferior para después lamerlo.

Se sentía extremadamente atrevida, desinhibida, con el podía dejarse llevar y no sentir vergüenza ni depravación en ello, por eso no pudo evitar sonreír. De su garganta salió un sonido al que no dio demasiada importancia, posiblemente en otras circunstancias le hubiese parecido aterrador, pero en ese momento solo quería que ese hombre la poseyera… -¡Agárrate fuerte nena!-, esas fueron las únicas palabras que con voz ronca dijo justo antes de sostenerla con un solo brazo y desabotonar el pantalón en milésimas de segundo. Si su fuerza no fue suficiente para dejarle saber que este hombre era único, el ronroneo que emitía, parecido al de un gatito cuando lo acaricias, lo fue, pero lo que hizo a continuación despejó cualquier duda, era el mejor amante del mundo sin parangón. Se llevó dos dedos a la boca, los impregnó de saliva y en el instante que tocaron su sexo estuvo a punto de tener un orgasmo, su excitación se disparó. Bajó la vista  y vio como su miembro se enterraba en ella de una sola estocada. No podía creer no estar sintiendo daño alguno, con su tamaño y después de estar dos años sin practicar sexo era increíble como su cuerpo aceptaba hasta el último milímetro. Asiéndola con fuerza  por los glúteos y apoyando su frente en el centro de su pecho empezó a embestir como si le fuese el alma en ello, logrando que sus muslos comenzaran a temblar, su clímax estaba cerca Tiró de su pelo hacia atrás para poder saquear su boca y fue cuando sintió como él se tensaba. Cuando él culminó y su semen calentó su interior consiguió que su orgasmo la arrollara con tal fuerza que deseó marcarlo como suyo, que sólo ella fuese la beneficiaria de sus caricias y besos, que fuese ella la única en sostenerlo entre sus brazos después que llegara al clímax y la única en sentir en su piel su respiración acelerada. Nunca había sentido nada parecido, se podía respirar el olor a sexo en el ambiente. El sabor metálico de la sangre en su boca era un afrodisiaco. Su cuerpo vibraba, una energía extraña lo colmaba. Fue increíble, era la primera vez que se había corrido al notar la sensación que producía el semen en su interior…
<< ¡Dios mío no habían usado condón! >>
Su desconocido la bajó lentamente hasta el suelo, subió sus calzoncillos y se abrochó los pantalones. -No te preocupes porque no hayamos usado condón Deborah. Te puedo asegurar que estoy sano y sé que tu también. Por el riesgo de embarazo puedes estar tranquila, soy incapaz de engendrar-, le había dicho mientras la miraba fijamente a los ojos…
<< ¿Le habría leído la mente o él también había caído en la cuenta del condón en estos momentos?, además… ¿Sabía su nombre?... ¡Y para más descaro daba por hecho que no utilizaba ningún método anticonceptivo! No es que exudara sexo como Megan; con su pelo negro azabache, ojos rasgados de un azul profundo, cuerpo exuberante y una actitud de "¡Hey! Si lo quieres, arrodíllate y suplica"; pero tampoco era un callo al que no salieran oportunidades de practicar sexo. Otra cosa es que nunca se hubiese acostado con el primero que llegara... hasta ahora, por supuesto >>
Sin más, el hombre que la había hecho disfrutar como ningún otro, sonriéndole como si lo pensado por ella lo hubiese dicho en voz alta, dio un toquecito con el dedo a su nariz  y se fue. Y allí, con la cabeza inclinada y apoyada en la pared, la respiración todavía algo acelerada y las piernas temblorosas, no pudo hacer más que sonreír y disfrutar de la sensación que proporcionaba el saber que acababa de echar el polvo del siglo.
Con un movimiento de cabeza se despejó de sus recuerdos para volver a la realidad, se acercó a la bañera y ajusto los grifos, cuando el agua adquirió la temperatura perfecta puso el tapón y se sentó en el filo a esperar que se llenara. Desde donde estaba se observó en el espejo que tenia frente ella y se sorprendió de lo que este reflejaba, nada tenía que ver con su estado de ánimo. Su cabello tenía un aspecto como nunca, rizos definidos, dóciles y brillantes, no rebeldes y encrespados como solía tener. Caían sobre sus pechos, que por extraño que pareciese, eran más turgentes que el día anterior. Su piel se veía tersa y suave, ni con las mejores cremas del mercado había conseguido que luciera así, incluso sus ojos tenían un brillo especial… ¡Un brillo rojo!
Como si tuviese un resorte en el culo, de un salto se plantó delante del espejo. Sus ojos eran verdes, del mismo verde de siempre. Por un momento llegó a pensar que su alucinación no se debiera a que su subconsciente le reprochaba su actitud lasciva de anoche y sí a que su desconocido no fuese realmente lo que parecía. Regañandose mentalmente por su estupidez, se dirigió hacia la bañera, solo le falta ponerse a fantasear. Ya lo hacía bastante en sus escritos, como para hacerlo en la vida real…
<< ¡Gracias papás por todas esas historias sobre seres de otro planeta! >>…Menudo legado de mierda le dejaban sus antecesores; su madre la mala fama y sus tres padres la locura.
Cerró el grifo y se sumergió en la bañera hasta que el agua la cubrio por completo...
<< ¡A la mierda con la librería, a la mierda con todo y con todos! >>… hoy necesitaba este baño más que nada.

Capítulo I




Lake Charles (Luisiana) cuatro meses después.


De espaldas al espejo y mirando sobre su hombro, Godrimatt no podía creer lo que sus ojos veían. El Skar, el árbol de la vida, estaba tatuado en su espalda y solo los compañeros de vida lucían este símbolo. Desde que llegó a la Tierra había estado con numerosas mujeres, pero según los antiguos pergaminos, los Ancestros solo dotaban a los machos de su especie de esta marca cuando encontraban a la hembra designada a pasar el resto de sus días con ellos.
Dejó caer la camiseta y se volvió frente al espejo. Con las manos apoyadas a ambos lados del lavabo examino su reflejo. Pelo hasta los hombros de color arena, ojos azules, pómulos pronunciados, nariz recta, labios gruesos y hoyuelo en la barbilla. En edad humana aparentaba algo más de una treintena, pero en su alma pesaban sus 125 años reales.
La primera norma impuesta en esta misión era pasar desapercibidos entre los humanos una vez llegaran a la Tierra. Estudiaron a estos seres minuciosamente, sus hábitos, comportamiento, su filosofía de vida y tras unas semanas en este planeta estaban integrados como tres humanos más. Su tiempo aquí seria reducido y optaron por vivir una vida de lujos, fiestas y excesos...lo que llamaban aquí vivir a lo grande. Shedric y él, como tapadera, crearon una empresa de sistemas de seguridad, con su habilidad como Maestro, la cual le permitía influir en las decisiones de las personas, y la profesionalidad del soldado, en poco tiempo todas las empresas de la ciudad disponían de sistemas de seguridad de Skarya's Security. Tyrons prefirió ir por libre y montó un negocio bien distinto el "Placeres de otro Mundo", un club donde aparte de tomar una copa y bailar al ritmo de la mejor música del momento, te ofrecía la posibilidad de hacer realidad cualquier fantasía sexual, ménage, sexo en grupo, voyeurismo y hasta BDSM, en fin, cualquier cosa que tu deseo ansiara en el Placeres podías satisfacerlo. El sexo era un reclamo al que los humanos no se resistían, este negocio le hacía el trabajo de recolector más fácil, y a su vez les hacía a los tres más asequible la alimentación, ya que su raza sobrevivía de la energía extraída de otro ser cuando este llegaba al clímax. No había cabida para sentimientos hacia esta especie, nada les motivaba a mantener relaciones estrechas con los humanos, no significaban nada para ellos, por lo que nada más compartiría sexo salvaje e insustancial, nada de sentimientos y estaba bien para él... hasta anoche.
Llevaban ya cuatro meses en la Tierra y en todo este tiempo ninguna humana enviada a Skarya había engendrado, pero ahora cuando se suponía que la misión había fracasado y su fin estaba cerca, los Ancestros lo habían bendecido concediéndole una compañera de vida, pero esta situación no solo le concernía a él, también Shedric y Tyrons eran partes involucradas, ya que estaban anudados a él desde su nacimiento. Tres criaturas diferentes que por separado carecían de la esencia que formaba a un Skariano y solo su compañera de vida, con la aceptación de cada uno de ellos, uniría todas las partes convirtiéndolo en un macho completo, un ser con cuerpo, corazón y alma.
Como todos los días desde que estaban en la tierra, se reunían en el Club, Tyrons le informaba de las candidatas, lo estudiaban y una vez decidido quien sería enviada a su planeta, borraba su memoria y Shedric las reportaba a Skarya, pero anoche, estando sentados en la zona de mesas de la planta baja, vio a Deborah sentada en la mesa contigua.
Tenía una librería justo enfrente del Placeres y era amiga de Megan, una de las hembras que allí trabajaban. Todos los días la veía cerrar su negocio cuando él acudía a sus reuniones y siempre la deseó, pero el hecho de que aun trabajando su amiga aquí nunca hubiese venido le decía que no sería la clase de chica con la que un Skariano debería estar. Su raza no hacia distinción, si sentían atracción por otro ser era irrelevante a que sexo perteneciera, lo único a tener en cuenta con los humanos era saber parar a tiempo la alimentación para no acabar con su fuerza vital. Eran seres sexualmente muy activos, necesitaban de la excitación, frenesí y desenfreno, de la total sumisión de la otra parte, tanto fuesen hembras como machos tenían que ser abiertos a experimentar todas las delicias que reportaba el acto sexual, entregarse en cuerpo y alma a la hora del clímax y estaba claro que esta chica no era desinhibida sexualmente hablando, sin embargo no podía evitar sentirse atraído por ella. No sabría decir si lo que lo tenía fascinado era su cuerpo de curvas marcadas y pechos generosos, tan distinto al de las humanas con las que solía copular, o su cabello rojizo que a la luz del sol le hacía pensar que con solo tocarlo le quemaría como fuego, o puede que fuese esas dos preciosas esmeraldas que tenía por ojos, pero lo que estaba claro era que su sonrisa lo volvía loco, haciéndole desear devorar sus labios carnosos. Cuando la vio en el Placeres mirándoles no pudo reprimirse e indago en su mente, siendo una sorpresa muy grata descubrir que fantaseaba con él. En un impulso, sin pensarlo tan solo un segundo, la indujo a ir al baño y cuando apareció por el pasillo hizo lo que se juro nunca haría...le dio la orden mental para que practicara sexo con él y no reprimiera sus deseos...y allí, en un rincón del pasillo, copuló con ella y fue la mejor experiencia que alguna vez tuvo en sus 125 años de vida, ninguna hembra Skariana, ni humana, le había hecho sentir lo que Deborah y ahora lo entendía, ella era una elegida de los Ancestros.
Salió al despacho y divisó a su compatriota Shedric mirando por la ventana, Godrimatt carraspeó y Shedric se volteó con semblante serio.
— Shedric tu eres el encargado de llevar a las hembras a nuestro planeta y tus soldados son los responsables de vigilarlas allí —esperaba no levantar sospechas, ya que nunca se había interesado por las hembras— ¿Cómo lo están llevando las humanas?
Shedric lo miró a los ojos y suspiró, temía por su futuro había captado el olor que desprendía un macho cuando ansiaba emparejarse.
— Amigo mío, sabes tan bien como yo que nunca permitirán a una humana permanecer en Skarya como una igual…—se volvió hacia la ventana y cabizbajo prosiguió— Pero ya que estamos a punto de volver si te has encaprichado con alguna humana la puedes llevar como mascota.
Godrimatt apretó tanto los puños que sintió que las manos se le dormían. Como se atrevía tan siquiera a insinuar que su Debby, fuese tratada como una mascota… << ¡Por los Ancestros!, Godrimatt, ya piensas en ella como tuya y solo ha pasado un día>>. Su corazón ya se resentía con solo pensar en su sufrimiento. Para su especie los humanos no eran de valor, el consejo mismo pensaba en ellos como seres inferiores y ahora por sus necesidades solo las hembras seleccionadas se libraban y tan solo porque experimentaban con ellas para sus propios fines. No podía someter a Deborah a un trato de desprecio, siendo rebajada, tocada y follada por quien el Rey quisiera sin poder él y menos ella oponerse. Mirada por todos mientras diera placer, tanto a machos como hembras de su especie y siendo observada cuando alcanzara el clímax. La voz de su compañero hizo que Godrimatt dejara a un lado su reflexión.
— A las hembras que no engendran después de ser apareadas con varios machos, se les da la opción de permanecer en Skarya como mascota si así lo desean y por lo que tengo entendido son la mayoría, sabes que nuestra raza proporciona un placer sin igual a las humanas, alcanzan cotas inimaginables de éxtasis cuando son folladas y el sexo amigo mío es muy tentador para los humanos.
Godrimatt no conocía a Deborah, por lo que no sabía lo que estaría dispuesta a hacer, pero lo poco que descubrió de ella mientras incursionó en su mente le decía que no soportaría tener que llevar collar y correa, sin poder alzar la vista del suelo, teniendo que permanecer de rodillas junto a su amo cuando este se sentara, no pudiendo mirar más arriba de la cintura de nadie, a no ser que su amo lo dispusiera de otra forma, debiendo estar siempre dispuesta a satisfacer las demandas de quien quisiera disfrutar de ella.
— Y las que no acceden a ser mascotas, ¿Cuál es su destino? —sospechaba que la respuesta no sería muy halagüeña.
— Son devueltas a su mundo.
El maestro no lo podía creer, ¡Así de fácil! Siendo así cabía la posibilidad de llevar a su Debby a Skarya y si no salía bien o ella quería irse volverían a la Tierra, porque él no pensaba dejarla aunque ella no aceptara a sus dos partes, tenía claro que prefería vivir incompleto a vivir sin ella.
Shedric por la cara que ponía su compañero mientras cavilaba sabía que su respuesta le había hecho ilusionarse, pero tenía que dejarle bien claro que cual fuese el pensamiento que estaba fraguando en su mente si involucraba a una humana no sería buena idea.
— Ni se te pase por la cabeza llevar a una humana a Skarya con la intención de convertirla en tu pareja porque sabes que no lo lograrás. Y si piensas que si no sale bien volverá a casa sin más confirmas mi creencia de que los maestros no son tan sabios como nos han hecho creer durante siglos…—Se volvió y fijó la mirada en su amigo— ¿Realmente eres tan ingenuo de pensar que dejarían ir a una humana así como así?... Son devueltas a casa, pero antes manipulan sus mentes para borrar todo recuerdo a lo que nosotros se refiere, su mente ya no es la misma, no recuerdan nada, pero su cuerpo sí. Anhelan lo que han tenido es como una droga. La mujer que es devuelta y no sufre de locura, ansia tanto a un macho que se convertirá en lo que aquí llaman una ninfómana y para desgracia de ellas ningún hombre humano podrá nunca saciarla y apaciguar ese hambre, ya no tendrá vida.
— No lo entiendes es más complicado de lo que piensas… —no sabía si sería buena idea confiarle la verdad a Shedric antes que a Tyrons, de los tres era el que más rechazo tenia hacia los humanos, pero no tenían tiempo, pronto tendrían que partir rumbo a Skarya. Debía conseguir que él y Tyrons accedieran a realizar el ritual, para que Deborah le concediera la dicha de convertirle en un ser completo y así poder reclamarla y que fuese suya y el suyo de por vida.
— ¡Complicado, vamos por favor, no me hagas reír! —Y esta vez habló cabreado por la testarudez del Maestro— ¡Tú un Maestro Supremo, uno de los más poderosos! —suspiró, contó hasta cinco y prosiguió algo más calmado—. Te sientes acabado con tan solo 125 años y piensas que no soportaras estar otros tantos igual, ¡Créeme te entiendo! te aferras a lo más cercano y te estás convenciendo a ti mismo que ha llegado la hora de emparejarse y lo más fácil y a mano que tienes que es… ¡una humana! —Esto último lo dijo a gritos, se acercó a él y posó sus grandes manos en sus hombros—, pero Godrimatt, amigo mío, recuerda lo que somos. Fóllate a tantas humanas como quieras, no tienen valor, pero ten bien claro que nunca…..-Godrimatt no pudo resistirlo más.
— ¡Soy su Kiçi y ella mi Qaden!
El despacho quedó sumido en el más absoluto silencio y la carcajada de Shedric retumbó en la estancia haciendo temblar los cristales.
— Por todos los Ancestros Karys, te has vuelto loco.
Su risa no cesaba y Godrimatt no podía aguantarlo más, se giró, subió su ajustada camiseta hasta los hombros y mostro su espalda. En ese mismo instante el silencio reino en la estancia y mirando sobre su hombro Godrimatt pudo contemplar a Shedric, había pasado de la diversión a la sorpresa en una decima de segundo.
— ¿Recuerdas a la chica que estaba anoche en la mesa junto a la nuestra?
— ¡Espera…me estás diciendo que te tiraste a una hembra y ella te ha hecho eso!…mejor dicho ¡Que una despreciable e insignificante humana es tu compañera de vida!
— ¡Sí! Y si mi espalda luce el árbol de la vida solo puede significar que fue elegida y marcada por los Ancestros. Para ellos es una hembra de valor como lo es para mí y por lo que a mí respecta no pondré en tela de juicio sus acciones. Es mi Qaden sin importar si es de la Tierra, de Marte o de Venus, y lo sabes tan bien como yo —. En ese momento Godrimatt ladraba las palabras.
Shedric no sabía que pensar, esto no había sucedido desde hacía cientos de años, todos creían que los Ancestros los habían abandonado. Incluso muchos, incluyéndose él, pensaban que eran viejas fabulas contadas por los ancianos a los jóvenes, en un intento de hacerlos buscar el amor en la hembra y no ser arrastrados por los impulsos animales de la bestia que residía en el interior de cada macho y ahora, al ver el tatuaje en la espalda de su amigo, solo podía pensar en lo retorcidos que llegaban a ser. Tyrons, Godrimatt y él eran las tres partes de un solo ser, cuerpo, corazón y alma, tres compañeros que solo podrían sentirse completos si la hembra elegida los aceptaba, pero por muy caprichosos que fuesen los malditos Ancestros él nunca se rebajaría a aceptar a una humana en su cama y menos en su vida, pero por la actitud de su compañero sabia que este estaría dispuesto a todo por ella.
— Informaré a Tyrons, tenemos poco tiempo. Además me gustaría que hasta que no hable con mis hombres no informaras de nada, pienso verificar si se ha dado algún caso más.
Godrimatt sabía que aunque Shedric no hubiese mencionado a Ariak, era de él de quien no se fiaba, tampoco Godrimatt lo hacía. Sabía que si descubriese que lucía el Skar no tardaría en ir a por Debby, pero si intentaba arrebatarle a su compañera nada lo salvaría de su cólera, aunque eso significaría la sublevación y el principio de una guerra, esperaba que llegado el caso Shedric le apoyara, sería bueno tener de su parte al sanguinario Capitán.
Shedric con la mano en el pomo de la puerta se volvió con una sonrisa en la cara.
— Sabes que te apoyare en todo, siempre lo he hecho y siempre lo haré… y para ello no es necesario que amenace a tu compañera, basta con que tú me lo pidas —.Dicho esto se marchó de la habitación.

Prólogo




Templo de Skarya (Galaxia Andrómeda)

Postrado sobre su rodilla y con la cabeza inclinada Godrimatt, Maestro Supremo de Skarya, no prestaba atención a las palabras que su rey Ariak III pronunciaba. El Templo estaba repleto, toda la ciudad al completo se había congregado para conocer de primera mano el edicto del Rey. Tras varias centurias de investigación no lograban hallar la forma de asegurar el nacimiento de criaturas para su raza, cada vez eran menos y no podían conseguir que la hembra Skariana pudiese albergar en su vientre un vástago, sus cuerpos rechazaban incluso las inseminaciones manipuladas genéticamente, la raza peligraba, se extinguiría, era cuestión de tiempo y habían llegado a la conclusión que la única esperanza residía en intentar fecundar a hembras de otras especies. Casi un centenario había pasado desde que el que fuese su rey, junto con las dos partes de su ser, tomara la decisión de salir en busca de las hembras que salvarían su especie, sin embargo nunca volvieron de dicha misión. Su nuevo rey Ariak decidió que era hora de seguir buscando y obligó a toda la población masculina sin emparejar a realizarse exámenes para determinar si eran candidatos idóneos para esta nueva misión.
El Templo quedó en silencio y Godrimatt levantó la vista. Se había formado un pasillo y en el centro, ahora de pie, se hallaban los cincuenta civiles seleccionados mirando a su Rey, algunos con temor en sus caras, otros con semblante de orgullo, pero todo el mundo estaba expectante ante las palabras que Ariak pronunciaría en breve.
— Súbditos de Skarya, como vuestro rey, hoy os pediré que hoy dejéis a vuestra familia, amigos y ocupación en nuestro planeta para adentraros en una misión de suma importancia. Seréis los encargados de abastecer a nuestros Maestros de las hembras necesarias para sus investigaciones. Ya todos habéis sido informados de los requisitos necesarios a tener en cuenta para valorar la competencia de dichas hembras. Tienen que estar sanas, en edad de fecundar y sobre todo deben tener una disposición sin censuras a la sumisión y nuestras prácticas sexuales. Cada uno de vosotros será enviado a una zona distinta del planeta en cuestión e irá acompañado por un soldado que lo mantendrá seguro en todo momento, procurando todo lo necesario para realizar la misión. También le acompañará un Maestro el cual se encargara de preparar a las humanas para su viaje a Skarya.
La Tierra, ese era el planeta de destino.
Ariak prosiguió informando sobre los destinos que ocuparían cada civil y que soldado y Maestro le eran asignados.
— Civil Tyrons se le asigna el estado de Luisiana en el país llamado Estados Unidos e irá acompañado por el Maestro Supremo Godrimatt y el Capitán de legiones Shedric.
Godrimatt miró a Shedric y a Tyrons y asintió con la cabeza a los que durante toda su vida habían sido sus amigos. La misión ya estaba en marcha ahora solo podían esperar a tener éxito, si eso fuese así, él podría dedicarse a encontrar una pareja, llevaba solo mas de 100 años y empezaba a cansarse de esta situación.

PROYECTO ABRIL 2012: EL TITANIC

NAUFRAGIO ETERNO


El RMS Titanic era un barco espectacularmente lujoso y moderno para los años que corrían y viendo la felicidad de los pasajeros y tripulación el corazón de Adina se contraía al ser conocedora del destino que depararía a la mayoría. Un fatídico suceso acontecería esa misma noche; sin embargo no podía evitar estar feliz.  Era consciente que con cada viaje corría peligro de no volver y pese a ello valía la pena el riesgo por sentir el azote del viento enmarañar su pelo o el sol calentar su rostro. Aquí nada se interponía entre el majestuoso cielo azul y su persona. Ninguna burbuja aislante evitaba que muriera por falta de oxigeno o achicharrada, encerrando su espíritu bajo esta; no, aquí se sentía en libertad. Atesoraría cada exquisito minuto al aire libre, serian futuros recuerdos inolvidables para ella. Sin embargo su flirteo con su amado astro dorado murió cuando alguien se interpuso entre ellos negándole el placer de sentir ese acaloramiento que sería tan añorado en su tiempo, aunque lo que sus ojos contemplaron al abrirse era igualmente placentero para ella. Edgar Delancuer era un hombre atractivo y apoyado en el pasamano, mirando al horizonte, estaba irresistible. Nadie podría decir que provenía del futuro, su porte y elegancia era digna de un caballero de primeros del siglo XX.
   — Preciosas vistas, ¿Verdad?.
  — Si señor Delancuer, son preciosas. —musitó embobada contemplando su maravilloso rostro.
   Las palabras apenas habían abandonado sus labios cuando él se volteó y la miró fijamente inmovilizando a Adina con su mirada. En ella no se reflejaba la devoción que había percibido durante días, la cual había conseguido que nacieran sentimientos hacia él en su corazón; su mirada denotaba amargura. Sus facciones eran las mismas, pero algo en él era distinto, algo no encajaba. Un escalofrío recorrió su cuerpo, no obstante fue un brazo hondeando al aire, cinco metros frente a ella, lo que hizo que la sangre se helara en sus venas. Otro señor Delancuer, cogido del brazo de una chica, le saludaba con una sonrisa de autosatisfacción que deseó borrar de un plumazo en el acto.
   — Disculpe señorita, ¿Nos conocemos? —profirió con voz queda el hombre ante ella.
   Al otro lado de la cubierta Edgar estuvo pletórico en cuanto observó que ella se encontraba junto a su “Yo” del pasado. Llevaba miles de años esperando esta oportunidad. Lo había planeado todo hasta el más ínfimo detalle. Era poco lo que recordaba anterior a despertar en la cubierta del Carpathia. No recordaba nada de su vida anterior al hundimiento, excepto a Adina, su único amor, y por ella era por lo que había vuelto. Ella era una vigilante, lo portaba en su sangre y sabía que llegado el momento haría lo correcto, había nacido para ello. El la guiaría para que la imagen que lo enamoró mil quinientos treinta y ocho años atrás pudiese repetirse cada día de su vida.

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   Adina daba vueltas por el camarote como un tigre enjaulado mientras el Edgar del futuro le narraba una historia, a la cual había perdido el hilo en cuanto reveló que era Inmortal. Tenía intención de trastocar el curso de los acontecimientos acabando con su propia vida y ella era parte de ese plan. Debía ayudarle a colocar una bomba, la cual explotaría momentos antes del choque con el iceberg. Esta liberaría una toxina que acabaría con todos los Eternos que se hallaban en el barco y como Edgar no recordaba cuando ni quien fue el responsable de su infección, ella debía acabar con su vida antes de salir pitando de allí y regresar a su siglo...
   <<¡¿Como habían podido cometer el error de no verificar la posibilidad de que se encontrara a sí mismo en el pasado?!; ¿Puede que no lo comprobarais Adina porque era imposible tal hecho?, ¿Como era posible que un eterno hubiese sobrevivido?... Adina piensa, ¡Piensa ya!>>.
   En el siglo XXXV, de donde ella provenía, era común viajar entre planetas, sin embargo los viajes en el tiempo solo los ofertaban algunas agencias; no todo el mundo estaba dispuesto a correr los riesgos que conllevaba aparecer en otro siglo y pasar desapercibidos para evitar el famoso efecto mariposa. Temporary Trips era una de ellas y por esa razón Adina a sus veinticinco años había presenciado acontecimientos que ni siquiera se estudiaban en historia por carecer de datos sobre ellos; la erupción del volcán Tambora de 1815 en Indonesia, el huracán Katrina en  Estados Unidos de 2005, el Tsunami de Japón en 2011, la explosión nuclear en el sector 4 del área gráfica mundial de 2956, en fin, toda clase de desgracias acontecidas a lo largo de los siglos. Siempre, tanto su socio Mark como ella, se negaron a viajar al siglo XXXIV donde la era de la oscuridad reinó de la mano de los Eternos; seres que robaban las almas de los vivos para consolidar su inmortalidad, dejando tras de sí un mundo yermo el cual se repobló gracias a los vigilantes. Jamás nadie pensó que fuese tan antaño cuando surgiesen a la vida, pero ahora todo tenía sentido, el Titanic estaba repleto de seres oscuros. Las historias contadas sobre los valientes y estoicos miembros de la orquesta que prefirieron seguir tocando, para calmar el pesar de la muerte en vez de salvarse, ahora cobraban sentido en su mente; solo festejaban el banquete de almas poniendo banda sonora a su victoria.  La diatriba del Eterno frente a ella le hizo abandonar sus pensamientos.
   — Ahora lo recuerdo todo. La verdadera razón por la que embarqué en el RMS Titanic, el porqué de prometerme a Geraldine. Yo era un vigilante como tu con la misión de acabar con ellos, pero depende de ti que todo termine aquí y evites el caos futuro y la degradación de la Tierra. No dejes que lo que tanto adoras ahora se eche a perder.
   Edgar deseaba poder abrazarla, sus manos llevaban siglos ansiosas por poder acariciar su piel. Los recuerdos invadían su mente; sus besos, sus caricias, sus gemidos y sabía que esta noche se daría tal encuentro, sintiéndose tentado de trastocar el pasado. Sentía celos de su propio “Yo” de hacia quince siglos, esta noche seria suya, aunque él lo sintiese como si fuese otro quien fuese a amarla.
   Adina sabia que estaba en su mano librar al mundo de estos seres y no titubearía ante ellos. Presionando la parte interna de la muñeca con el pulgar accionó el reloj subcutáneo que había insertado en su antebrazo. Estaba prohibido llevar tecnología avanzada en los viajes, pero en su trabajo era imprescindible controlar el tiempo y que mejor manera que llevar todos los avances de su siglo a su alcance, integrados en su propio cuerpo. Los números rojos saltaron a la vida indicándole que en tres horas y cuarenta minutos el RMS Titanic chocaría con el iceberg y comenzaría el naufragio. Sabía que la bomba estaba en la sala de maquinas, como también sabía que era innecesario preocuparse por ello, puesto que el destino del transatlántico era hundirse y desaparecer al sur de las costas de Terranova. Rauda puso a funcionar el engranaje de su mente; lo primero encontrar a Edgar Delancuer; lo segundo y mas difícil acabar con la vida del hombre que ocupaba su corazón.

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   Edgar se encontraba sentado ante una mesa copiosa rodeado de la aristocracia cuando la vio aparecer. Desde su encuentro esa misma mañana no había podido dejar de pensar en ella. Cuando la vio en cubierta, con su cabello hondeando al viento y su rostro alzado en dirección al sol no pudo resistir la tentación de conocer a la preciosa dama que con su pose desafiante retaba a los elementos. No pensó que Geraldine lo pudiese descubrir y con ello echara a perder su tapadera, su corazón mandaba sobre la razón en esos momentos, su misión no importaba; pero cuando su misteriosa dama pronunció su apellido su mente se puso en funcionamiento sacándolo del estado de ensoñación en el que había estado inmerso. Ella era un vigilante como él y seria quien le ayudaría a acabar con los Eternos. Disculpándose con la dama junto a él, su prometida Geraldine, y el resto de comensales, todos ellos Eternos, se levantó y acudió al encuentro del ser que había obnubilado su razón.
   Adina entró en el salón sin saber como haría para poder acercarse a él. No tardó en hacer contacto visual con su objetivo, aun rodeado de gente de alta alcurnia su persona sobresalía del resto y para suerte suya parecía que su presencia no había pasado desapercibida para él, caminaba con paso firme en su dirección.
   — Vaya a la cubierta. Nos veremos en la parte de proa.
   Parecía que la cosa no sería tan complicada como esperaba; siempre y cuando no se acercara mucho a ella. La fragancia que emanaba su piel era más tenue de lo que sería en un futuro, pero aun así perturbaba sus sentidos. Acariciando la empuñadura de la daga escondida, bajo la faja dorada que adornaba su vaporoso vestido, deseó tener fuerzas para que el amor que sentía por él no evitara que cumpliera su misión.

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Bueno después de pensar que este mes no participaría en el proyecto, por no tener mi mente muy centrada en la escritura, me puse y salio un relato; sin embargo como suele pasarme me extendí tanto que me ha tocado omitir varias partes de la historia original, jajaja.
Como la idea esta concebida en mi mente, posiblemente la plasme en otra entrada.... 
Espero que os guste mi nueva versión del pasaje del Titanic...Besitos.

ETERNAMENTE EN SUS BRAZOS

RELATO QUE PRESENTÉ EN EL CONCURSO"MAS QUE VAMPIROS"

El pasado mes de Febrero presente este relato para el concurso en el blog "Más que vampiros". Como no fue seleccionado para publicarlo en la antología "Bajo la sombra del Ángel" os lo dejo para que lo leáis y me digáis que os parece, jajaja...Besitos.


ETERNAMENTE EN SUS BRAZOS

Morfeo la observaba desde la distancia. No podía creer que esta solitaria y triste hembra mortal fuese la culpable de la cólera de sus hermanos oscuros, pero pese a su dulce apariencia, él se encargaría de acabar con ella. Ni los mismísimos Dioses eran capaces de evitar entrar en el mundo onírico una vez el desplegaba sus alas. Todo ser soñaba, excepto los pocos mortales que habían sido concebidos por su padre  portando  una  parte  de su magia. Eran seres privados de los sueños e inmunes a ellos, los únicos que podían mermar sus fuerzas, sus enemigos. No era la primera vez que se topaban con un Semidiós, o cazador como ellos los llamaban debido a que eran los únicos que les podrían hacer frente, pero siempre fueron inofensivos. En todo estos siglos nunca existió  tal  incauto  que osara  utilizar su magia para enfrentarse a uno de sus hermanos, no obstante la hembra frente a él, había expulsado a varios de ellos. Se alimentaban de las emociones que transmitían los soñadores, amor, felicidad, pasión, lujuria, todas ellas eran energía vital para los suyos, pero también estaba la contraparte que equilibraba la balanza. Algunos de sus hermanos necesitaban los sentimientos negativos, odio, tristeza, miedo, ira y era  precisamente a estos los que había desterrado la cazadora. Siempre dio gracias a Hipnos por ser junto a sus dos hermanos, Iquelo y Fantaso, su única descendencia traída al mundo en calidad de Dioses y los encargados de visitar los sueños de las Deidades Griegas, dejando a los insignificantes mortales a manos del resto de sus hermanos. Un cazador tan hábil capaz de negarles el sustento necesario a los Dark era una amenaza que él mismo erradicaría. Jamás nadie se le había resistido y ahora ante él tenía la oportunidad de demostrar su superioridad de nuevo. Viéndola allí, acurrucada en la oscuridad, se prometió que atraparía a esta mortal eternamente en su abrazo.
A Elena no le había resultado difícil colarse en el sueño de esta chica, conectar con su subconsciente era pan comido para ella. Una vez dentro solo tenía que esperar a las últimas fases anteriores al sueño para ayudarla a hacer frente a sus miedos, hecho esto, la chica podría dar rienda suelta a sus fantasías. En ese preciso momento ella se desvincularía para darle privacidad, las pesadillas las podía soportar eran su  trabajo, pero las ilusiones y esperanzas de sus pacientes no eran  asunto suyo, por no mencionar los sueños húmedos, ya era bastante duro estar sola en la realidad como para ser también una mera espectadora en los sueños. 
Sentada con las piernas pegadas al pecho, sumida en la oscuridad más absoluta, recordó la primera vez que había intervenido en el sueño de otra persona, Javier, su compañero de  facultad. Tuvo curiosidad por saber, con qué o con quien soñaba  su amigo y cuáles eran sus fantasías, ya que ella nunca había podido soñar, solo oscuridad y silencio la acompañaban cuando se dejaba arrastrar por el sueño. Se tumbó junto a él, cogió su mano y cerró los ojos. Como si se tratase de su propio sueño de repente se hallaba en el centro de una estancia repleta de armas medievales. Una mujer de largos cabellos llamaba a Javier…"Ven a mí, mi caballero de brillante armadura, rescata a tu amada". Elena nunca hubiese imaginado que caballeros y damiselas ocuparan las fantasías de un gótico consumado como Javier y cuando pensó que lo mejor sería dejarlo solo con la afligida dama viviendo su propia quimera, algo en su interior la advirtió que esa mujer de cabellos dorados y silueta esbelta no era lo que parecía. Ante sus ojos vio como su imagen se transformaba en una figura alta, musculosa y por lo que colgaba entre sus piernas estaba claro que no era para nada una desvalida mujer. Javier, afligido y temeroso de perderla se dirigía a ella y sin pensarlo dos veces corrió para detenerlo. Con la sorpresa reflejada en su rostro el hombre ante ella, que al mismo tiempo seguía siendo la bella dama para su amigo, desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Ante la mirada atónita de Javier le detalló lo que había visto, llegando ambos a la conclusión que a partir de ahora lo mejor sería no correr tras ella o mejor dicho tras él y centrarse en buscar a la mujer de su vida cuando estuviese despierto para evitar malentendidos. A la semana siguiente de esta experiencia Javier le contó que desde que tenía diecisiete años la pena y el desasosiego de no poder llegar a alcanzar nunca a su dama y el creer que nunca llegaría a conocer el amor lo había invadido en sueños. Que todas las noches soñaba con esta mujer, persiguiéndola con la esperanza de obtener su recompensa, encontrar el amor, y dicho sea de paso, tener el mejor sexo del mundo con una mujer espectacular, pero que a raíz de mi incursión en sus sueños ya no había vuelto a aparecer y dormía como un bebé disfrutando de maravillosos sueños reparadores, ya no más levantarse cansado y sin fuerzas. Fue precisamente idea suya que explotara mi don, como él lo llamó, para curar a personas con trastornos del sueño. Y tras unos años aquí estaba ella, triste y sola, invadida por la pena del recuerdo del que fue su mejor amigo hasta que un conductor borracho se lo arrebató y sobretodo ansiosa esperando en un rincón a que esta chica sacara a la luz sus miedos para poder entrar en acción.
En todos estos años Elena había contemplado toda clase de monstruos y animales extraños. Había estado sumergida en toda clase de fobias conocidas e incluso algunas que no sabía que existiesen, pero si lo que acababa de materializarse ante sus ojos era parte de una pesadilla, ya las quisiera todas para ella. Con la boca abierta y segura de que babeaba no encontraba explicación para lo que sus ojos veían. Estos dos hombres eran material indiscutible para los mejores sueños de cualquier mujer, no entendía que dos espectaculares especímenes masculinos de este calibre provocaran terrores nocturnos, eran sin lugar a dudas los perfectos protagonistas de cualquier fantasía erótica. Cada poro de sus esculturales cuerpos prometían darte de todo menos miedo a no ser claro está, que una fuese una puritana temerosa de dios que se negara a ceder al deseo y la lujuria, lo cual dudaba que sucediera en este siglo.
De repente los cuatro se hallaban en el retiro, delante de la estatua del Ángel Caído. El sol calentando su cara y el olor a hierba fresca evocaban un día de verano y si no fuese porque para ella los sueños le eren negados juraría que era la inductora de esta fantasía, ya que este lugar era por donde ella solía pasear diariamente. Nunca se encontró en un escenario parecido, mazmorras, sótanos mugrientos, habitaciones llenas de asquerosas arañas…<< ¡Odio las arañas! >>… eso sí, pero esto se asemejaba mas a un bonito sueño en el que una podría deleitarse de la compañía de dos hombres espectaculares, con la certeza de disfrutar de una experiencia de lo más placentera. Al mismo tiempo estaba segura que Lisa no había alcanzado la fase REM del sueño por lo que algo andaba mal, no escuchó la voz interior advirtiéndola, pero aun así se centraría en estudiarlos detenidamente. Miró fijamente a los dos hombres, uno rubio con el pelo hasta los hombros, ojos dorados y cuerpo musculoso, mediría al menos 1’90. A su izquierda, no menos hermoso se encontraba el segundo hombre, igualmente alto y musculado, pelo negro como la noche y ojos de un azul tan claro como el cielo que los cubría, sin embargo su mirada era más intensa y algo dentro de ella le decía que sabían porque se encontraba presente en este sueño. Ambos vestían una especie de túnica, aunque decir que iban vestidos era decir mucho, eran tan transparentes que dejaban poco a la imaginación. Revelaban unos cuerpos de infarto y como no, la ropa interior no tenía cabida en sus atuendos, dejando bien claro lo bien dotados que estaban. Cubiertos por esas telas estaban de los más sexy, despertarían la lujuria a una santa, no digamos lo que estaban consiguiendo hacerle sentir a ella. Después de algún tiempo sin sexo su cuerpo se sentía famélico ante ellos.
Embobada como estaba se obligó a apartar la mirada, para descubrir a Lisa tumbada sobre una manta, con los ojos cerrados y relajada. Cada vez entendía menos esta situación, parecía que hoy no tendría que lidiar con los temores de nadie, pero…<< Más vale prevenir, que curar>> y se preparó para hacer frente a lo que se suponía debía ser un martirio para la chica...los dos adonis frente a Elena.
Cerrando los ojos se concentró y proyectó la imagen que ellos dos verían, se convertiría en sus fantasías, de esta manera los atacaría con su misma arma. En cuanto abrió los ojos supo lo que estaban viendo, una mujer irresistible, las partes nobles del rubito que presionaban la túnica elevándola hacia el frente, no dejaban margen a la malinterpretación. Estaba claro que lo expuesto ante él le gustaba, porque así es como se sentía Elena, expuesta, sobre todo ante la presencia del moreno.
— ¿Que ves?
La voz del susodicho la sobresaltó de un modo en que nunca, nada ni nadie, lo había hecho. Un escalofrío recorrió su cuerpo dejándola desconcertada. Siempre fue inmune en sus viajes al subconsciente ajeno nada de miedo o tristeza, ninguna emoción…<< Aunque para ser sincera, la verdad es que disfruto acabando con ellos >>… Sin embargo ahora, su cuerpo vibraba albergando tal grado de excitación, que temía moverse sabiendo que el mero roce de la ropa le provocaría un orgasmo.
— ¡Por todos los Dioses, me preguntas que veo! Es que acaso no te hallas junto a tu hermano frente a la mujer más hermosa que jamás existió...- la verborrea del rubio murió en cuanto su “hermano” le interrumpió.
— ¡Descríbemela!— rugió con voz de mando.
Asombrado por la reacción de su compañero, como si fuese la primera vez que lo viese así de alterado, el musculitos dejó de mirarla para observar al hombre a su izquierda y sacudiendo la cabeza procedió a seguir las órdenes del que estaba claro, era más que su “hermano”, seguramente su superior.
— Es que tanta belleza te ha cegado o por el contrario te complace escuchar lo que muy a tu pesar otro disfrutara en breve...
El jefe, porque estaba claro que lo era, solo necesitó mirar de soslayo para hacerle obedecer.
— Esta bien, si es lo que quieres, ¡Quien soy yo para negártelo!, veo... — perpleja por como este dueto hablaba como si ella no existiese pensó que era hora de intervenir, pero tenía curiosidad por saber los gustos de semejante criatura, por lo que esperó— ... un cabello rojo como el fuego enmarcando una cara preciosa de piel nívea, unos ojos violetas que hipnotizarían a los Dioses, una nariz respingona que le da un aire delicado y unos labios que incitarían al más fiero guerrero a postrarse de rodillas.
<< ¡De donde había salido este tío! >>… Volvió la cabeza y observó que Lisa seguía en la misma posición, esto cada vez era más raro. El parloteo del adonis rubio sacó a Elena de sus divagaciones.
— ¿No ves tú lo mismo hermano?...— Elena lo miró distinguiendo claramente la lujuria en su mirada…<< ¡Definitivamente, como siguas así rubito, serás una pesadilla en toda regla, no hay cosa que mas odie que me adoren la píldora! >>… no obstante emitió una sonrisa forzada hacia el poeta cachondo —... es que no ves a una guerrera vestida de cuero, de generosos pechos, cintura estrecha y largas piernas ideales para envolverse alrededor de la cintura de un varón...alrededor de la mía — soltó con voz grave.
El morenazo sin mediar palabra acortó la distancia y la hizo ponerse en guardia. Paró en seco frente a ella e inclinándose con una media sonrisa en su rostro le susurró para que solo ella lo oyera.
— Se lo dices tú o se lo digo yo. Pues ambos sabemos que tú no luces como la hembra descrita por él. Tu apariencia es bien distinta, nada de cabello rojo ni ojos violetas y los pechos…bueno aceptables diría yo. Respecto a las piernas, eres algo bajita para mi gusto y lo del cuero.... no te culpo por desear que tu aspecto así fuese.
<< Definitivamente esto se trata de una pesadilla Elena, solo tu tienes la suerte de toparte con un salido y un cretino en un mismo sueño >>… Resignada alzó la barbilla orgullosa e inclinando la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los ojos, se dispuso a soltarle una de sus tantas elocuentes respuestas que dejarían frio hasta al mismísimo Hefesto. Abrió la boca, sin embargo no emitió sonido alguno, boqueó como un pez fuera del agua ante el impacto que le causó el tenerle a escasos centímetros de su cara. Cuando se abalanzó sobre ella se sintió apresada en una jaula de músculos, calor y deseo…“¡Tu vienes conmigo!”…fueron las últimas palabras que escuchó antes de que todo se volviese oscuridad para ella.

CONCURSO INTERNACIONAL"EL GRIMORIO DE LOS DIOSES"

Publico esta entrada para anunciaros otro concurso, esta vez internacional, que os puede interesar. Os dejo banner en el lateral directo al blog de "Criaturas nocturnas" que es quien organiza el concurso. Daros prisa solo tenéis hasta el 19 de Abril.





VENGANZA

Este relato lo he escrito utilizando la frase que Déborah F. Muñoz propuso en el proyecto del mes de Marzo de Adictos a la Escritura, ya que no hubo relato. La frase en cuestión es... “Se estiró como un felino y comenzó a andar en la dirección que había escuchado el ruido, con la seguridad de que nada podía dañarle.”
Creo que seremos vari@s las que le dediquemos un relato a dicha frase y ya que no soy la primera, pues Li en su blog Travesía Literaria ha publicado un relato he querido subirme al carro y hacer un relato relacionado con el suyo. La misma historia desde el punto de vista de otro personaje, jajaja, espero que os guste a ambas.


VENGANZA


Carlos observaba las fotografías esparcidas por la alfombra. La tenue luz de la luna que se filtraba entre las cortinas apenas era suficiente para que sus ojos distinguieran las imágenes que formaban el collage frente a él, pero no le era necesaria ninguna luz en absoluto, en su mente cada una de ellas había sido memorizada.
Su cuerpo desnudo comenzaba a entumecerse por permanecer horas en la misma posición , solo la botella vacía tirada en el suelo y varios preservativos usados evidenciaban que en algún momento hizo algo más que estar sentado en el sofá frente a la centena de fotos que había tomado de forma furtiva a su vecina. Cuando Alberto acudió a él dos meses atrás , ofreciéndole dinero y una vida fuera de las calles a cambio de deberle un favor, jamás pensó que el pago le convertiría en un asesino, aunque era un precio que estaba gustosamente dispuesto a pagar.
Las lágrimas que sus ojos cansados derramaban dejaban escapar algo de la amargura que roía su alma, siendo esta recuperada cada vez que su lengua probaba el sabor salado de su sufrimiento. Amelia llevaba ocho años bajo tierra por culpa del hijo de Alberto, se suponía que el tiempo curaría sus heridas, todo el mundo así lo decía, pero su dolor no hizo sino crecer con los años y con él, un sentimiento de impotencia que le gritaba y recriminaba su pasividad. Nunca el adinerado chico enfrentó las consecuencias de sus actos, su poderoso padre se ocupó que todo quedara en una mera reprimenda.
Hoy en día Eduardo Gutiérrez era un profesor sin antecedentes policiales, el cual pronto se casaría con la bella Tania, sin embargo Carlos Fernández, el que fuese un abogado de renombre, había acabado siendo un drogo dependiente que llegó a vender su cuerpo en las calles por una dosis. Lo que el incauto chico no sabía era que el mismo desaprensivo que con su dinero compró el silencio de una familia, aprovechándose de su necesidad, hoy le brindaba en bandeja de plata una salida a su atormentada situación.
El sonido del agua corriendo proveniente del aseo le hizo dejar su diatriba mental y enfocarse en el presente. Se estiró como un felino y comenzó a andar en la dirección en que había escuchado el ruido, con la seguridad de que nada podría dañarle. Cuando irrumpió en el baño y contempló a la chica desnuda, su seguridad murió, si había algo que podría dañarle y era el no tener agallas llegado el momento para arrebatarle la vida a una inocente que solo había cometido el pecado de no ser lo bastante buena para el hijo del todopoderoso Alberto Gutiérrez. Esa misma mañana había salido en busca de una de las tantas chicas que ofrecían sus servicios por un puñado de euros, la necesitaba para entrar en la casa, la forma en que Tania lo miraba cada vez que se cruzaban le dejaba bien claro que no se fiaba un pelo de él y hacia bien, aunque estaba seguro que nunca pensó que sería su verdugo.
— ¿No tienes nada mejor que ponerte?
La mirada que le dirigió la chica lo decía todo, seguramente esa era la única playera que tenía. Era rosa y muy ajustada como los jeans que vestía y en conjunto era un buen uniforme de trabajo, dejaba poco a la imaginación.
— ¡No te maquilles! Tiene que confiar en ti, no pensar que le vas a levantar el novio.
Sin más, salió del baño y se encaminó a su habitación para vestirse. Esta noche Carlos pagaría su deuda a Alberto, quería quitarse de en medio a su futura nuera y él lo haría. Ocho años habían pasado desde que Eduardo segara la vida de su amada Amelia una noche que conducía ebrio y esta noche por fin obtendría lo que tantos años llevaba anhelando... venganza.


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