Las sirenas vuelven a sonar indicando que hemos sobrevivido a otro día. Un sonido espeluznante que esta tan metido en mi cabeza que ansío que llegue el día que no tenga que volverlo a escuchar. Desde la soledad del habitáculo en el que me ha tocado vivir mis últimos días, recuerdo el mundo en el que un día viví, ese que pensamos destrozaríamos por nuestra falta de compromiso hacia él, ese que pensamos mataríamos por los abusos hacia la madre naturaleza o la matanza indiscriminada de animales en extinción. Sentada en la penumbra recuerdo el tiempo en el que el mundo no vivía en una dictadura global, esa a la que nos han llevado las personas que un día subimos al poder creyendo que nos devolverían los días de plenitud que perdimos hace tanto.
Las sirenas vuelven a sonar indicando que nuestra vida les pertenece, ese sonido espelúznate que te hace añorar esos día en los que odiabas estar en el centro comercial un sábado por la tarde esperando en la interminable cola de la caja para pagar, esos días en los que sufríamos por llegar a fin de mes en los que la crisis nos habían dejado sin trabajo y en los que ir de compras se limitaba a reponer lo necesario del frigorífico y el armario. Esos días en los que pensábamos que estábamos mal.
Las sirenas vuelven a sonar indicando que ese mundo en el que teníamos derecho a una vivienda digna, al derecho de una educación quedo en el pasado. Esta dictadura impuesta por el bien común de la humanidad ha hecho que la gente no pueda permitirse el lujo de comprar un libro o ir al cine a ver una película o ir a un centro comercial y comprar un CD de música llegando al punto que ya no hay cultura en el mundo. Nos vetaron el derecho que teníamos de comunicarnos y compartir y en ese momento se apoderaron de nuestras vidas.
Las sirenas vuelven a sonar indicando que hemos sobrevivido a otro día, y yo mirando por la ventana, veo solo oscuridad y añoro los días en que la crisis no nos permitía vivir tiempos de plenitud, añorando los días en los que pensábamos que estamos mal, pero en los cuales podías sentarte en el sofá y ver una película aunque no te pudieses permitir el dineral que costaba ir al cine o escuchar lo último de tu cantante favorito o incluso leer un libro que alguien había decidido compartir sin ser condenado por ello.
Las sirenas vuelven a sonar y con el grito de auxilio que evocan en mi mente y desde la soledad de este mundo que nos está tocando vivir, echo de menos... LA LIBERTAD.
No hay comentarios:
Publicar un comentario