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Bar de carretera
Estaba sentada en una silla que dejaría marca en mis muslos. Llevaba puesto un vestido de tirantes con falda de vuelo que al andar se iba subiendo y notaba el aire rozar mis nalgas expuestas por el tanga, me encantaba este vestido no era necesario llevar sujetador era tan estrecho que mi pecho parecía a punto de reventar la tela, me hacía sentir sexy.
Estaba ensimismada en mis pensamientos oyendo como murmullo de fondo los chillidos y rabieta de mi hija y a su padre diciéndole no se qué.Entonces lo noté, fue una sensación de ser observada y levanté la vista.Rubio alto muy alto vestido de cuero de pies a cabeza en pleno verano. Llevaba un casco en la mano.Lo dejó sobre una mesa y se sentó junto con dos hombres más,él resaltaba entre ellos mucho más grande y dios esa mirada me estaba haciendo desear cosas.Crucé las piernas en un intento de disimular mi ansiedad pero resulto ser peor,el simple acto provocó un roce que me puso más caliente todavía.
— Voy un momento al aseo —le dije a mi marido
Me levanté y fui a la parte de atrás del bar donde había un pasillo lleno de cajas vacías y dos puertas metálicas, en una de ellas ponía privado en la otra servicios.Empuje la puerta sin mucho éxito y de pronto cedió con tanta fuerza que casi caigo de boca.Miré hacia arriba y vi un brazo tan musculoso que tenía casi la misma dimensión de uno de mis muslos y en el antebrazo un tatuaje.Me dí la vuelta rozando mi hombro izquierdo por un pecho tan duro como una roca y notando en mi parte derecha el frío metal de la puerta.Lo primero que vi fue ese pecho cubierto por una camiseta blanca tan ajustada que parecía que fuese a desgarrarse en cualquier momento, o eso es lo que yo quería, y poco a poco fui inclinando mi cabeza hacia atrás para ver al hombre que había conseguido hacer que mojara mi tanga con tan solo su presencia. Lo miré a los ojos y ,madre de dios, si no estuviese apoyada en la puerta me hubiese caído de culo.Unos ojos azules casi grises me miraban con una expresión de deseo que nunca en mi vida había visto o sentido hacia mí, era guapo no solo guapo, estaba bueno muy bueno, y su boca, por todos los dioses ,sí eso era parecía un dios.Sin mediar palabra termino de abrir la puerta y me guió a la pared junto al lavabo soltó la puerta y paso el cerrojo.Se acercó y paso ambas manos por mis muslos hasta llegar a mi culo, apretó mis nalgas y me levanto.Solté un grito que fue amortiguado por su boca y en ese momento mi mente se nubló rodee su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas.Sabia a menta y en ese instante se disparo mi lujuria.Le agarré del pelo tan fuerte que seguro le hice daño ,separó su boca y gruño como un animal.No sabía si era de disgusto o de lujuria pero no me importaba ya que estaba dispuesta a seguir. Lo quería a mi manera, duro, salvaje sin miramientos, esto es lo que siempre había deseado y lo iba a conseguir. Me apoyó en la bancada del lavabo y me bajo los tirantes del vestido y volvió a emitir ese sonido. Dios sí, era lujuria y deseo no rechazo. Amasó mis pechos fuertemente casi al punto del dolor paso los pulgares por mis pezones algo ya endurecidos inclino su cabeza y empezó a lamerlos. Mecía sus caderas contra mi entrepierna dejándome bien claro que no tendría compasión una vez empezara. Mordisqueó mi pezón y sentí una mezcla de dolor y excitación su otra mano bajo a mi muslo y subió hasta situarla sobre mi tanga y con el dedo corazón me acaricio y volvió a gruñir cuando notó lo mojada que ya estaba. Bajé mis manos a su cinturón y lo desabroché con nerviosismo y rapidez e intente bajarle los pantalones pero en este ángulo me era difícil. Dejó de lamer, morder y acariciar y Cogió mis manos para ponerlas a ambos lados de su cara y me besó. Estaba tan absorta que no me di cuenta en qué momento exacto terminó de bajar los pantalones y calzoncillos para enfundarse el condón. Lo siguiente que noté fue su brazo izquierdo rodeando mi cuerpo y los dedos de su mano derecha apartando mi tanga y la punta de su pene en mi entrada. Me hubiese gustado verla, su largarie su grosor, pero no hizo falta, supe que era grande por la forma en que me sentía tan estirada parecía que no podría entrar. Se retiró y salió. Volvió a empezar y esta vez en cuanto hubo metido la punta de un embiste se enterró hasta que su vello púbico raspó en mi monte de Venus depilado.
-Ahhh- apreté los dientes para evitar gritar.
Se sentía algo doloroso y a la vez tan diferente, nunca había estado tan llena, se movió hacia atrás y empezó a mecer sus caderas con movimientos lentos. La sacaba poco a poco y embestía hasta el fondo. Apoyé ambas manos en la bancada arqueando mi espalda ofreciendo mis pechos, besó mi cuello y bajó a mi pecho agarrándolo y succionando mi pezón mientras con el pulgar de su mano derecha presionaba y acariciaba fuertemente mi clítoris y fue cuando empezó a mover sus caderas de manera más rápida con empujes menos profundos y más rápidos. Y después de algunos empujones fue cuando lo noté, estaba a punto de correrme, el gruñó de nuevo aceleró las embestidas y me mordió el pezón sosteniéndolo con sus dientes. Me corrí como nunca lo había hecho fue intenso y duradero creía que no aguantaría por mucho tiempo más esa sensación sin desmayarme. Estiró mi pezón con sus dientes hasta el punto de sentir algo de dolor, abrió la boca y lo soltó. Agarró mis caderas con ambas manos me penetró tres veces más, cerró los ojos, echó su cabeza hacia atrás su cuello se tenso y fue cuando se corrió. Nuestras respiraciones eran aceleradas podía sentir su respiración ahora sobre mi cuello me beso sobre mi pulso y se retiró. Dio media vuelta y entro en la puerta que tenía un dibujo de un señor con sombrero y bastón y la cerro tras él. Yo, aun traspuesta por lo sucedido, poco a poco subí mis tirantes, baje de la bancada, enderece mi tanga, arregle la parte baja del vestido, acomodé mis pechos ahora sensibilizados y ordené mi pelo lo mejor que pude, me mire al espejo y suspiré. Me volteé y abrí el cerrojo. Puse la mano en el pomo de la puerta y mientras la abría mire sobre mi hombro a la puerta por la que mi desconocido había desaparecido .Llené mis pulmones con una fuerte aspiración solté el aire poco a poco y salí al pasillo. Llegaba a la mesa, en la cual me esperaba mi familia, cuando oí:
— Te pasa algo, te estoy hablando y ni me contestas ¿que pasa?
En ese momento me di cuenta que estaba en el coche, con mi hija al lado, mi marido conduciendo y yo mirando el techo.
— Lo siento me decías algo, me he quedado dormida.
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