PROYECTO ADICTOS A LA ESCRITURA FEBRERO 2012: ESPECIAL SAN VALENTÍN - DISEÑA TU PROPIO CUPIDO

Aquí va mi relato para el proyecto de este mes. Soy novata en esto, pero espero que con vuestra ayuda pueda aprender. Espero haber acertado con el ejercicio y que el relato entre dentro de los parámetros establecidos, pues como os he dicho nunca he escrito nada que haya visto la luz. Por favor os agradecería que dejaseis vuestros comentarios para tener alguna referencia de lo que tengo que mejorar, que se que es todo , pero bueno como se dice en el grupo la idea es aprender y estoy ansiosa de empezar.

Un saludo y a leer............

Y EL AMOR LLEGÓ

Hoy era el día de San Valentín, un día para celebrar por muchos o un día para lamer las heridas por otros tantos, como era su caso. Hubo una vez, hace ya muchos años, que el amor tocó a su puerta, pero irónicamente nunca pasó del umbral, pero pese a esto ella nunca perdió la esperanza de que llegaría el día en el que el amor entraría por su puerta y la envolvería con su dicha, por eso como todos los años, Elisa ya tenia su regalo comprado. Este año se había decantado por una pulsera a la cual hizo un grabado en la parte trasera con la esperanza de que por fin él se presentara. Con el abrigo en la mano salió de casa para realizar las compras para la cena de esta noche, la tarta, las velas, estaba sola, pero eso no quería decir que no pudiese disfrutar de una cena especial de San Valentín.

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Paseando por el mundo de los mortales y mirando los establecimientos llenos de corazoncitos con las palabras escritas...“Feliz San Valentín”, recordaba los días, siglos atrás, cuando era él el benefactor de dicha adoración. Pedían sus favores con regalos y ofrendas a cambio de ser obsequiados con el amor ideal, pero ahora ya no había ofrendas ni regalos hacia su persona, no, ahora veneraban a un tal San Valentín, un sacerdote, el cual con tan solo el poder de su palabrería consiguió cristianizar una fiesta hasta entonces dedicada a deleitar a un solo Dios... a él. Añoraba sus días de plenitud, esos días en los que se presentaba ante los mortales y con su dulce toque los dotaba de amor apasionado, ahora su propia rabia le hacia golpearlos con todas sus fuerzas con la esperanza de que sintieran un ápice de su inmensa amargura, sin embargo ni de ese poder disponía ya. En vez de hacerles doblarse en dos, sus impactos les hacían sentir mariposas en el estomago, en vez de cortárseles la respiración del dolor, sus voces titubeaban por los nervios y ante su inmensa furia, las piernas de los mortales les temblaban y las manos sudaban de pura ansiedad, haciendo que él se sintiera débil e impotente... ¿Que pensarían todos estos seres, que adoraban a un querubín en pañales portador de un arco y flechas doradas, si supiesen realmente quien o mejor dicho qué, era el verdadero encargado de bendecirlos con el amor? Se odiaba a sí mismo, su maldición no solo había afectado a su físico, sino también a su roto corazón. Roto por haber perdido a su amor y roto por la traición de su propia madre. Arrastrada por los celos ante la belleza de una mortal, su amada Psique, y la suya propia, Venus con mentiras hizo creer al Rey de los Dioses que su  propio hijo tenia mas poder sobre mortales y Dioses que el mismísimo Júpiter, pues era sabido que nadie se resistía al poder y la belleza de Cupido. Este impartiendo la divina justicia, de la cual tanto se jactaba, lo convirtió en un ser monstruoso. Dotándolo de una altura sobrehumana y un cuerpo encorvado por la escasez de carne en sus huesos y la pesadez de sus alas, ahora negras, lo maldijo a exhibir tan horrible apariencia de rostro cetrino y desfigurado hasta que el amor, del cual él dotaba a los seres con su toque, fuese reciproco hacia su persona, solo con un amor verdadero, puro e incondicional su maldición seria rota y volvería a ser el dios bello y de buen corazón que fue.

Distraído como estaba le costó unos segundos reconocer a la mujer dentro del establecimiento, pero en cuanto vio su cara su corazón cobró vida. Cuando Cupido la vio salir no pudo resistirse y la siguió. Habían pasado muchos años desde que la viese por primera vez, pero sabia perfectamente que no fue en esta ciudad donde se produjo el encuentro, a saber lo que le había deparado la vida, aunque si de algo estaba seguro era de que el amor no había formado parte de ella y todo gracias a él.

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La tarde había caído y Elisa se disponía a disfrutar de su cena especial, en su mesa engalanada para la ocasión, cuando una sensación de dejávu la embargó. Su corazón estaba pletórico como aquella vez cuando vislumbró al que seria el responsable de robar su corazón, al amor que había estado esperando por más de sesenta años.

Parado frente a ella, Cupido la observó, había cambiado tanto, sin embargo su esencia y su corazón seguían atrayéndolo. En la penumbra de la humilde estancia, sus cabellos antes dorados como el mismísimo sol, ahora eran bañados por el reflejo de la luna haciéndolos parecer plata liquida. Su rostro, antes de piel tersa y nívea, lucia arrugado exhibiendo el paso del tiempo, dotándola de una hermosa belleza ante sus ojos, y contemplando precisamente estos, descubrió que sus ojos, ahora apagados, seguían reflejando el fondo de su alma como hiciesen años atrás sus preciosos iris color esmeralda, haciéndole recordar el día que la vio por primera vez cuando apenas era una niña. Quedó prendado con tan puro corazón, cautivándolo de tal manera que no pudo obsequiarla con su toque, no quería ofrecer a esta criatura bella y hermosa a ningún mortal, por lo que otorgó la dicha a la hembra junto a ella y ese día le negó el placer del amor y la condenó a una vida de soledad.

—Sabía que algún día volverías.

Cupido quedó petrificado, estaba seguro que aunque no dispusiese del don de la invisibilidad su ceguera le impediría verlo.

—Han pasado tantos años, pero nunca perdí la esperanza, sabia que algún día volverías para amarme... —Elisa se levantó torpemente de la mesa, sus piernas ya no le respondían bien, y lentamente se dirigió hacia él— Recuerdo como si fuese ayer el día que viniste a casa, cuando apareciste sentí que el corazón me fallaría, pero luego... He llegado a pensar que todo fue una invención de mi mente fantasiosa, pero ese día se que...

—Lo siento... yo... yo no quise sembrar este pesar en ti... yo solo no pude... no pude entregarte a él —. Las palabras salieron entrecortadas de sus labios, mezcla de la rabia que sentía en estos momentos por haberle negado el amor y los celos que tenia hacia el mortal que a pesar de los años seguía en su corazón.

—Ese día cuando estaba frente a Pedro y te vi supe que nunca nadie excepto tú obtendría mi amor —. Tocando su rostro desfigurado Elisa no pudo evitar reír, su corazón nunca la engañó y al fin había venido a ella.

 El roce de sus manos sobre su rostro robó su aliento. Cerrando los ojos atesoró esas tiernas caricias, pues cuando descubriese que no era su amado, sino un ser deforme y monstruoso, se alejaría de él. Había esperado estupor e incluso histeria, jamás concibió oír su risa, la cual era música divina para sus oídos y un bálsamo para su alma, pero fueron sus palabras las que ahondaron en su mente, sorprendiéndole, haciendo que sus ojos se abrieran como platos… aquél día lo había visto.

— ¡Qué! ¿Me estas diciendo que el pesar de tu corazón no se debe a que ese tal Pedro no te amó?

— ¡No, claro que no! Mi soledad se debe a que cuando tenia dieciséis años apareciste ante mí con tu siniestro aspecto y llenaste mi corazón de amor por ti, y si no me crees… ¡Mira el regalo! o mejor dicho… ¡Mira todos los regalos que hay dentro del cofre al pie de la cama!

Cupido extendió la mano y alcanzó la cajita sobre la mesa. Al abrirla vio una pulsera de hombre con una inscripción y al leerla su corazón se lleno de dicha... “Para mi monstruoso amor 14-2-2012”. Se trasladó hasta el cofre y abriéndolo descubrió que había casi un centenar de cajitas perfectamente envueltas y cogiendo una al azar la desenvolvió, para hallar dentro una medalla con un querubín en pañales en la cual al reverso pudo leer... “Siempre tuya monstruito 14-2-1952”. Emitió tal carcajada, que el sonido podía ser confundido cual trueno de Júpiter, su corazón rebosaba felicidad.

Pletórico fue hacia ella y envolviéndola con sus alas, ya blancas, besó a su bella y amada Elisa, sellando así su amor eterno, pues el día que Mors viniese a por ella, él estaría junto a Plutón para reclamarla como lo que era... su amor verdadero.

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Que complicado es escribir sobre el amor. Espero que al leer el relato se entienda en rasgos generales como concibo yo el amor.
Hay momentos en la vida donde llegas a pensar que el amor es un monstruo de alas negras que te tiene manía, pero cuando toca a tu puerta se transforma en un ángel de alas blancas. Un sentimiento que muchas veces puede pesar en el corazón, pero que también hace que este lata desbocado. Una aventura que nunca se sabe como terminará, pero que vale la pena vivir y sobre todo... que tarde lo que tarde en llegar, si es verdadero tenemos que tener esperanza de que sea eterno.