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En este blog se puede encontrar contenido para adultos, por favor si eres menor abstente de seguir leyendo,si no lo eres, sigue... espero que te guste.
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Necesito ser sincero




Alicante, a 27 de Julio de 2012
Buenos días mi vida, aunque eso de buenos es un decir.
Como es habitual últimamente no había hecho más que levantarme cuando el teléfono ha sonado, Gerardo me ha vuelto a advertir que de seguir así y no cumplir con los plazos revocarán el contrato y otorgarán el proyecto a otro arquitecto, como si eso fuese una preocupación para mí. Estoy harto de él, del trabajo, de la vida. Me siento muy cansado Mariola, tanto que a veces deseo... Olvida esto último, no quiero hacerte participe de la espiral de pesimismo en la que estoy inmerso. A ti solo deseo contarte lo bueno de mi vida, de nuestras vidas, por lo que comenzaré de nuevo.
Hola cariño, ha amanecido un nuevo día y como siempre, aquí estoy yo, al pie del cañón, para contarte todo lo que acaece en la vida de tu amado hijo; porque si de algo estoy seguro en esta vida, es que de haberle conocido lo hubieses amado con toda tu alma.
Ayer Alberto y yo fuimos al parque. Estaba contento, o eso quiero pensar, pues se limitó a quedarse sentado en el suelo, balanceando su cuerpo mientras era víctima de las crueles miradas de los repelentes mocosos a los que tanto odio. No puedo evitarlo, sé que solo se trata de la inofensiva maldad que nos posee a todos cuando somos unos críos. Sé que no pueden librarse de ella, como ninguno pudimos a su misma edad, pero no por esa razón deja de dolerme menos. Cada día que pasa se hace más duro, pese al consuelo de saber que en su abstraída mente las burlas no le afectan.
Parece que fue ayer cuando, por primera vez, lo tuve en mis brazos en ese cuarto lleno de incubadoras. Tan pequeñito que cogía en una sola mano. Con esa mirada nueva que prometía que todo iría bien, que juntos podríamos hacer frente al futuro, que siempre nos tendríamos el uno al otro. Hoy es su cumpleaños y ya le tengo preparada una fiesta, aquí en casa. No será gran cosa: tus padres, mi madre y espero que algunos amigos del  cole.

Diez años Mariola, como pasa el tiempo, ¿verdad mi amor? y sin embargo... en mi alma pesan como veinte.


¡No puedo, lo siento Mariola, pero no puedo seguir con esto!


Día tras día, desde hace cinco años, todas las mañanas después de ducharme y desayunar, me siento junto a la ventana a escribirte una carta. Carta que nunca será enviada, y lo peor y más triste de todo, que nunca será leída. Comencé a escribirlas porque necesitaba desahogarme. Pensé que si escribía nuestras vidas en una hoja de papel seria como compartirla contigo, pero no puedo más. He llegado a la conclusión que de nada me sirve plasmar mis diatribas mentales que mantengo contigo si no soy todo lo franco que debiera. Hoy quiero sincerarme, necesito sincerarme.
Los primeros años llegué a pensar que no podría salir adelante sin ti. En más de una ocasión he deseado que aquél 27 de julio fuese él quien hubiese cerrado sus ojos en ese maldito paritorio e incluso he estado tentado a que ese destino llegase de mis propias manos.
Solo un sentimiento me corroe las entrañas mi amada Mariola… odio. Siento un odio irracional que me quema desde adentro. Que pone pensamientos en mi mente que aborrezco. Intento desterrarlos, te juro que lo intento, pero cada día al despertar en nuestra cama, solo, sin tu presencia junto a mí, este sentimiento maligno se asienta en mí ser, quemando todo a su paso, devorando poco a poco la cordura que se que pronto también me abandonará. Desprecio el destino que me ha tocado vivir. Maldigo a Dios por haberte arrebatado de mi lado. Deseo poder estrangular con mis propias manos a esos médicos y enfermeras que no evitaron tu muerte. Me niego a admitir que nuestro propio hijo, al que sosteniendo entre mis manos prometí profesarle todo el amor que su madre no podría darle y la vida que por derecho se merecía, no sea lo que yo esperé que fuera. Detesto que Alberto, cada día, pueda ver un nuevo amanecer que jamás apreciará y tener que darle un amor que nunca sentirá. Odio que él viva y tu no, pero sabes que es lo que más odio sobre todas las cosas mi querida Mariola… mi existencia.
Todos los días me repito hasta la saciedad que todos somos víctimas en esta macabra obra que nos ha tocado representar y a la que llamamos vida. Que no hay culpables. Que el destino nos jugó una mala pasada, pero no es verdad. Fui yo quien insistió en ser padres. Fui yo quien, persistentemente con palabras dulces y mis zalamerías, te convenció para ir a aquella clínica de fertilidad. Fui yo quien te susurraba al oído " míralos que felices" cada vez que veíamos a una pareja con un bebe.

¡Fui yo, maldita sea! ¡Fui yo!

Y eso hace que la rabia bulla en mí. Que encolerice hasta el punto de querer acabar con todo de una vez por todas. Sería tan fácil  Mariola. Él ni siquiera se enteraría y yo podría descansar al fin, como lo haces tú. Estoy cansado, muy cansado, pero es el precio a pagar por mi delito, la codicia.
Éramos jóvenes, nos iba bien en nuestras carreras, vivíamos acomodadamente, mejor que acomodadamente, no nos faltaban lujos. Pero yo quería mas, lo quería todo. Si un simple obrero que le costaba llegar a fin de mes podía permitirse traer al mundo una nueva vida, ¿por qué yo, un arquitecto afamado casado con una abogada a la que no tardarían en hacer socia de uno de los mejores bufetes, tendría que ser menos?... Y me arrepiento tanto Mariola.
Ahora sé que nosotros siempre lo tuvimos todo, eso que solo unos pocos afortunados llegan a tener, amor. Amor del bueno, del verdadero, del que perdura hasta la eternidad. Demasiado tarde para darme cuenta, ¿verdad mi amor?
Me ha encantado poder al fin hablar contigo como lo debería haber hecho siempre, y por mi seguiría escribiendo hasta que el día se convirtiese en noche y la noche en un nuevo día, pero te tengo que dejar. Son ya más de las nueve y debo despertar a Alberto, hoy es su gran día y espero que también el mío.
Se despide tu amado esposo, siempre tuyo, en esta vida y en todas las que me toque vivir.

El inspector Salgado plegó la carta por las mismas marcas que esta tenía y la metió en el sobre.
—Señor, hemos registrado la casa y el equipo de la científica ya ha recogido todo el material, pero hasta no obtener los resultados del laboratorio de las huellas halladas en el arma no sabremos si se trata de un robo o fue la propia víctima quien mató a su hijo y luego se voló los sesos.
El oficial esperó unos segundos a que su superior diera alguna orden, pero este parecía sumido en su propio mundo, por lo que siguió dando parte de lo que tenían hasta ahora.
 —La casa está revuelta por lo que a simple vista parece un robo, pero nunca se sabe, ¿qué es eso que tiene usted en la mano? —preguntó el joven señalando con la cabeza el sobre que tenía Salgado en las manos.
El inspector, todavía de espaldas a su subalterno, metió el sobre en la caja que tenia ante él. Una pequeña caja de cartón floreada que había hallado sobre la mesa junto a la ventana. Una caja que guardaba en ella los diez años de la vida, si se le podía llamar así, de una familia rota por la tragedia.
—Una confesión Rodríguez. Muy a mi pesar debo contestarle que para nosotros no es más que una confesión.

PROYECTO JULIO 2012: JUNTOS, REVUELTOS Y DE ANIVERSARIO

Un mes más, mi mente no ha dejado de cavilar. Por eso, es que el proyecto, esta escrito en forma de verso. Espero que os guste, pues lo he creado para vuestro disfrute. Y sin más que decir, os dejo con mi fábula, que espero os sea fácil de digerir.


Todo trabajo ha de ser disfrutado

Erase que se era
un joven y para nada inocente flautista,
al cual obligaron por unas míseras monedas
a demostrar sus dotes de artista.

Simple era su cometido,
al rico y noble rey de Dirdam
debería tener entretenido.



Gran evento en el castillo se celebraba,
la princesa medieval
su decimosexto cumpleaños festejaba.

Preciosas alfombras y flamantes tapices
adornaban suelos y paredes,
haciendo que todas esas riquezas para él quisiere.



Mujeres plebeyas desnudas
comida y bebida servían,
para deleite de nobles caballeros
que buen uso de los bellos cuerpos hacían.



Ebrios de vino,                                              
cebados de asado,
satisfechos por el placer
de hallarse entre las piernas de una mujer
hasta el fondo enterrados.



Juglares con sus mejores ropas
e instrumento en mano
entretenían a los nobles invitados,
que desnudos y a ritmo de Mandolina
disfrutaban de placeres sin dar propina.






Tal despliegue de ostentación
jamás fue visto por el joven flautista
más todo ello desapareció de su vista,
al descubrir a la exquisita dama
que como la nota más alta de una canción
despuntaba en el salón,
reclamando su entera atención.


No era una niña lo que sus ojos veían,
era una mujer que ante su belleza
sus deseos respondían.



Las dieciséis estaciones
en su persona eran evidentes,
las primaveras se reflejaban
como hierba floreciente
en sus ojos verdes atrayentes.

Los veranos
también habían hecho mella,
el brillo del sol 
estaba cautivo en ella.

Los otoños, 
marrones y anaranjados,
su piel habían pintado,
de dorada tonalidad 
la habían dotado.

Los fríos inviernos de noches oscuras
gobernados por la sagrada luna,
se reflejaban en su ancha cadera y estrecha cintura,
bendiciéndola con un cuerpo como a ninguna.



Exhalaciones de lamento
de los labios de la princesa brotaron
al contemplar los cuerpos desnudos
cuando estos fornicaron.

Antes de desviar la mirada,
de los ojos de la princesa
una lágrima escapa,
no quiere ser de su inocencia presa,
ella desea ser liberada.



Como hiciese en Hamelín,
embelesaría a la princesa aquí,
se valdría de su flauta
para alcanzar su fin.

Criatura más grande,
más difícil de persuadir,
pero igual de susceptible
a la hora de confundir.

Pocas monedas había apoquinado el rey avaro,
inmensas riquezas atesoraba
para tan poco pago.

Pero él, 
un plebeyo vulgar,
no se dejaría engañar,
obtendría un buen jornal
por bregar en este lugar.

Con una sonrisa en sus labios
alzó la flauta hasta ellos,
al son de su melodía,
serian borregos directos al matadero.

Al fin obtendría un sustancial pago,
su trabajo no sería en vano,
tomaría el virgo de la joven princesa,
el mayor de los tesoros del rey mundano.

Y colorín, colorado
la fábula ha acabo,
                                  con la princesa obteniendo un gran regalo
                                  y el flautista un más que placentero pago.

LIBERACIÓN

Deseo, pasión, anhelo, apetito. Excitación, ardor, fogosidad, impaciencia. Todo bulle en mi interior, pero ningún sentimiento es mío. Un torbellino de emociones que arrolla mi ser insensible, apático, indiferente.
Mis ojos cerrados me muestran los placeres que me han sido vedados. Cuerpos ensortijados, anudados en el delirio de la extenuación, aborígenes de su verdadera esencia. Siento sus caricias, lentas, apasionadas, también apremiantes y salvajes. Calientan mi fría piel de palidez marmórea erizando cada poro de mi cuerpo, convirtiendo mi sangre, hasta ahora inocua, en un rio de lava ardiente que recorre mis venas desenfrenadamente, bombeando en un corazón inerte, regalándole la vida que nunca le fue otorgada.
Sus jadeos y gemidos embotan mis oídos, un flujo de excitación recorre lo más profundo de mis entrañas. Verdadera música celestial salida de los libidinosos labios que conjuran el más bello cántico mientras cuerpo, mente y alma sucumben al éxtasis. Llega a mí el especiado y sensual aroma de la unión de sus cuerpos y mi boca, esa cavidad árida y vana, un dique que ha sido la contención a la tentación, comienza a resquebrajarse. Se revela a la pasividad en la cual he estado sumido durante milenios. Por sus fisuras se filtra el dulce sabor de su esencia, inundando mis sentidos, arrastrándome a un paraíso desconocido para mí, un Edén que nunca me fue revelado. Me dejo llevar por esa marea cálida y placentera de sensaciones que recorren mi cuerpo y él responde; mi cuerpo responde.
Alzo mi rostro al cielo, apreciando la lenta y acompasada danza que mi nuez de Adán realiza a lo largo de mi tenso cuello, degustando el extraordinario sabor de la pasión. Siento el denso y salado fluido pasando por mi garganta, como lo hace por la de ellos, abrasando cada parte de mí a su paso, llevándose consigo la cordura, trayendo el deleite. Una energía poderosa me invade, recorre todo mi ser, una sensación electrizante que me hace sentir vivo. Mi cuerpo trepida, mis manos tiemblan  y mis piernas flaquean cuando todo ese poder congrega mi sangre, mi ansia y mi más ferviente deseo en un punto de mi cuerpo hasta ahora exánime.
Es el sutil toque de mis dedos sobre mis muslos lo que hace que las comisuras de mis labios se eleven. La suave caricia de mi lengua mojada recorriendo mis labios secos y entreabiertos lo que ensalza mi ansiedad. Mi mano sobre piel inmaculada, concediendo la apremiante y necesitada atención que mi miembro enhiesto y duro reclama, lo que roba el aliento a mis pulmones. Es mi propio deseo,  no sus emociones, lo que percibo, nacen de mí y no puedo resistirme, no quiero resistirme.
Envuelvo mi talle sollozante, una única lagrima perlada evidencia su lloro y, como tantas veces he observado en ellos, no me niego la dicha de poder ofrecer consuelo a tan gloriosa pena. Mano y cadera al unísono se unen en una coreografía sincronizada, lentas embestidas prodigadas a un fuerte puño de suave piel. Mi éxtasis aumenta, mi vaivén se acelera, imágenes encerradas resurgen del fondo de mi memoria. Dolor, sangre, muerte, la verdadera “Puta de Babilonia”, yo blandiendo mi espada, arrebatando la vida por orden divina.
Mi cuerpo trémolo, perceptivo, amenaza con arrojar toda esa energía que me ha estado consumiendo por dentro. Ansioso, ante el encanto de la satisfacción, prodigo una última caricia que terminará con mi espera, siento su llegada. Un grito mudo, estertores de placer, salen de mi garganta cuando mi mano es bañada por la calidez de la eyaculación, trayendo con ella la liberación y laxitud de mi cuerpo, el cual se rinde haciéndome caer.

Apoyado sobre mi rodilla y con la cabeza gacha extiendo mis alas ahora negras y doy la bienvenida a mi nueva condición. Estoy vacio por dentro, ningún lazo me une a él. Yo seré quien forje mi vida, a partir de hoy dejaré de ser su asesino. Vendrán a por mí, lo sé, pero hasta entonces un mundo de placer se alza ante mí y juro por Dios, como que me llamo Miguel, que disfrutaré de él.

CONCURSO/SORTEO EN BLOG "MI EPÍLOGO"

Os presento un concurso/sorteo muy interesante, es el del aniversario del blog “Mi Epílogo” de la maravillosa María Sánchez.
Es internacional y con unas bases muy fáciles de cumplir. Como premios ofrece 9 lotes de libros geniales de diferentes autores, a cada cual mejor. 
 “Sé que estás ahí” de nuestra qmiga Irene Comendador también participa como premio del concurso/sorteo ya que su publicación será en Septiembre.





Así que si queréis tener la oportunidad de ganar uno de esos ejemplares o el de Irene como primicia en su publicación (Además, firmado y dedicado para el ganador) solo tenéis que pinchar en este enlace y ver el concurso tan chulo que ha hecho María. 



También os dejo Banner en barra lateral.

LA VERDADERA HISTORIA DE LOS ENAMORADOS


La luz de la luna apenas traspasaba la copa de los árboles, por lo que Amaya no quitaba ojo del amarillento halo que emitía la linterna. Conocían este sitio como la palma de su mano, lo habían pateado muchas veces cuando salían a hacer senderismo, y aun así se aferraba al brazo de Pedro temerosa de todo lo que les rodeaba. Se sentía como la tonta protagonista de una película de terror; esa que, solita y sin ayuda de nadie, va a parar a la guarida del psicópata asesino. Y todo por culpa de Pedro, aunque siendo sincera él  no le había puesto una pistola en la sien para que lo acompañase en esta locura…<< ¡Ves! La perfecta rubia tonta de película mala de serie B. >> se recriminó mentalmente mientras clavaba las uñas en el antebrazo de su marido y paraba en seco al escuchar lo que le pareció un gruñido.

— ¡¿Has oído eso?! —dijo con voz temblorosa pegada al cuerpo de Pedro.
— ¿El castañear de tus dientes?, como para no oírlo.
— ¡No tonto! El quejido de un animal, como de un lobo o algo así.
La carcajada de Pedro resonó en la oscura noche con tal fuerza que estaba segura que todo bicho viviente a tres kilómetros a la redonda ahora estaría alerta.
— ¡No eres tonto, eres gilipollas! ¡Ahora sí que sabrá que estamos aquí en el bosque!
— ¡Por dios, Amaya! Ni esto es un bosque ni nadie nos vigila… ¡Estas paranoica!
Soltando un suspiro resignado, Pedro enfocó la linterna hacia su derecha.
— ¡Ves! Ahí abajo, a menos de trescientos metros, está la playa y a unos tres kilómetros por allí…—espetó al tiempo que alumbraba hacia la izquierda— está el pueblo. Estamos en medio de una arboleda y te puedo asegurar que ningún lobo feroz vendrá a comerse a mi dulce caperucita.

Tras darle un fugaz beso en los labios Pedro tiró de ella instándola a seguir andando. 
Esa misma mañana mientras paseaban por la playa, cogidos de la mano como dos tortolitos, habían encontrado una botella con una nota en su interior. Ella fue reacia a cogerla, pero Pedro, como romántico que era, estaba seguro que sería un mensaje de amor de siglos de antigüedad y no estaba dispuesto a dejarlo allí para que el mar lo volviese a engullir; no había estado equivocado en su suposición. A mediodía cuando llegaron a la casa rural donde se hospedaban, la misma de los últimos cinco años, procedió a quitar el corcho que, para sorpresa de Amaya, estaba en buen estado, cosa mosqueante si se trataba de algo antiguo, pero que Pedro obvió. Dentro, una cuartilla amarillenta y escrita con tinta, desvelaba los amores de un hombre por una mujer casada. Junto a ésta otro papel, algo más pequeño, revelaba una especie de mapa donde una cruz marcaba el sitio exacto donde se daría lugar el próximo encuentro de los amantes.

Entusiasmado con el hallazgo, Pedro bajó corriendo a la cocina para enseñarle a Mercedes, su casera, el tesoro que había encontrado. La primera reacción de ésta fue algo extraña, pues su mirada por unos segundos parecía presa del miedo, o eso le pareció a Amaya; no obstante fue Santiago, su marido, quien, con su habitual desparpajo, les relató la historia que era sabida por todo el pueblo. Según él, ya en tiempos de sus abuelos, contaban a modo de cuento la trágica, pero a la vez romántica, historia de los amantes de la cueva. Dos jóvenes enamorados que, siendo ella obligada a desposarse con un señor mayor, se encontraban en una cueva, de la cual nadie sabía su ubicación, para dejar aflorar su amor. Lo hicieron durante años hasta que un día, el susodicho cornúpeta, consiguió encontrar el nidito de amor y en un acto de furia mató a ambos amantes, creando así la leyenda en la que se creía que las almas de estos dos jóvenes seguían en la cueva bendiciendo, con amor eterno, a quienes encontraran su idílico escondite.
Pedro no necesitó mucho más, que el misterio que ponía el embaucador de Santiago al contar la historia, para decidir que esa misma noche sacaría a relucir su lado aventurero a lo Indiana Jones. Y ahora se encontraban en plena noche, mapa en mano, frente a la dichosa cueva. Solo unos pasos más y entrarían a formar parte de los cientos de incautos que, guiados por su simpleza y creyendo en cuentos de viejas, serían motivo de mofa horas más tarde en el pueblo.
Amaya estaba perdida en sus pensamientos cuando de pronto fue violentamente separada de su marido, volviéndose todo oscuridad para ella al golpear su cabeza contra una piedra.

*********************************
La conciencia volvió a ella, perezosa, sin prisa, como cuando despiertas de un sueño en el que quieres quedar sumida. Pero esto no era ningún sueño, más bien una pesadilla. Le dolían las muñecas y los deltoides le ardían, apenas tocaba el suelo con la punta de sus dedos desnudos y sentía como si su corazón se hubiese trasladado a su sien izquierda. Abrió y cerró los ojos un par de veces en un intento porque estos se adaptaran a la escasez de luz, pero fue inútil; allí no podría guiarse por ese sentido. Con algo de miedo inspiró fuertemente consiguiendo que sus fosas nasales captaran el olor a humedad que, junto a la sensación de frio y oscuridad, la alertaron de que se encontraba a varios metros bajo tierra… << ¿O dentro de una cueva y atada?>>pensó y confirmó cuando estiró los dedos de ambas manos tocando las frías cadenas de las cuales colgaba su cuerpo desnudo. Un perturbador escalofrío recorrió su cuerpo.

— ¿Pe…Pedro? —musitaron sus labios secos con un hilo de voz sin poder contener las lagrimas en sus ojos.

El leve empujón de unas manos en su espalda la hizo balancearse y un grito quedó ahogado en su garganta cuando unas fuertes manos envolvieron sus antebrazos inmovilizándola. Notó el calor de un cuerpo pegado al suyo, el sonido errático de una respiración y el cálido aliento sobre su cuello. La nada la envolvía impidiendo su capacidad de reacción, pero en cuanto unos pringosos labios entraron en contacto con el lóbulo de su oreja no pudo evitar estremecerse ante su roce y comenzar a sacudirse. La razón le decía que sería en vano, que no podría escapar de él, pero la mente no atendía a razones en ese momento. El grito antes muerto cobró vida desde lo más profundo de sus entrañas cuando su espalda fue lacerada, haciéndola presa del dolor, lanzándola a la paz de la inconsciencia, no sin antes notar como el monstruo tras ella lamía su herida.

No sabía el tiempo que había pasado, solo que esta vez, cuando había abierto los ojos, la cueva se encontraba iluminada por unas antorchas fijadas a la pared. Apenas emitían luz, pero era suficiente para que ella pudiese reparar en que efectivamente se encontraba en el maldito agujero de los malnacidos amantes; y no era la única que había pasado por allí. Su cerebro, aun medio embotado, intentaba asimilar lo que sus ojos veían: mochilas, ropa, tanto de hombre como de mujer, al igual que infinidad de calzado. También decenas de linternas, algunas viejas y oxidadas, otras nuevas como la que llamaba su atención sobre las demás amontonadas en un rincón.; la suya.
Recorrió con la mirada el lugar, no quería dejar pasar ningún detalle por ínfimo que fuese, aunque dudaba que saliera de aquí con vida. El suelo era de tierra fina, como si hubiese sido barrida y, haciendo acopio de todas sus fuerzas, las cuales ya eran pocas, elevó todo lo que pudo la cabeza para vislumbrar las paredes de roca irregular similares al techo. Frente a ella, a su izquierda, un colchón raido y sucio; a su derecha, una mesa vieja donde instrumental quirúrgico, pues eran herramientas como las que ella utilizaba en su trabajo, descansaban junto a centenares de cuartillas amarillentas.
Un olor, familiar para ella, destacó sobre el que emanaban las paredes y suelo. El olor a tierra y humedad quedó relegado. Sin embargo no fue hasta que sintió el tacto resbaladizo y cálido de unos dedos sobre sus brazos que pudo discernir lo que su olfato había captado. Era sangre, sangre todavía fresca y caliente, lo que sus manos habían dejado sobre sus brazos. Un fuerte tirón de pelo hizo que alzara su cabeza. Sabía que era así por como notaba su cuello ahora tenso, pues su cuerpo trémulo se centraba en el inmenso dolor de brazos y espalda…<< ¿Que era un simple tirón de pelo comparado con el cansancio de sus extremidades o con la incisión que cruzaba su espalda? >>pensó sarcásticamente.

—Hace años que no me envían a una mujer, estoy ansioso por probarte, pero antes te contaré mi verdadera historia —bisbiseó el que supo sería su verdugo con voz de ultratumba y siniestra junto a su oído, preñada de ansiedad, al igual que la parte de su anatomía que presionaba contra ella.

 En ese preciso instante Amaya gritó con toda su alma, pues algo le decía que lo de probarla no era ninguna perversión sexual, más bien carnal; en el más crudo sentido de la palabra.

*******************************
Santiago con un gruñido, digno del más fiero de sus perros de caza, alzó la cabeza de su tarea y clavó la mirada en su mujer que, con manos temblorosas y ojos llorosos, miraba al suelo embelesada en los cristales en que se había convertido la botella que albergaría un nuevo mensaje de amor. Con furia arrugó el trozo de papel amarillento, el cuarto que desechaba. La edad ya no le permitía escribir con la misma letra distinguida y señorial. Su puño no era firme, pero si encima le sumaba el tener que estar escuchando los sollozos de Mercedes las cosas empeoraban.

— ¡Mujer deja de llorar por ellos! Sabes que no hemos tenido más remedio. Este año la crisis ha hecho que no tengamos reservas para este mes—dijo sin remordimiento mientras se levantaba y se acercaba a su querida esposa— ¿Hubieses preferido que llegara el aniversario y saliera en busca de…
La voz firme de su mujer no lo dejó terminar.


— ¡No!, tienes razón ha sido lo mejor—sentenció la afligida Mercedes—, se me pasará… como siempre.

MIS ZAPATOS Y YO LO VALEMOS

Tumbada en la cama, boca arriba y con el antifaz puesto, Laura apuró hasta el último segundo antes de decidirse a levantarse. El sol ya empezaba a colarse por la puerta abierta del balcón y no le era necesario mirar el reloj del móvil, el cual había puesto en silencio la noche anterior, para saber que eran más de las doce.
 Con pereza y desgana se sentó en la cama con la espalda pegada al nuevo cabecero y se quitó el antifaz. Instantáneamente cerró los ojos ante la excesiva luz que había en el cuarto y alargando la mano cogió el mando que había sobre la mesilla de noche. Pasando las yemas de los dedos sobre éste apretó el tercer botón de la segunda fila. En cuanto escuchó el ruido característico de las persianas bajando volvió a abrir los ojos.
 —Me has costado un dineral, pero lo vales —aseveró en voz alta en el instante que apoyó la testa sobre el cabecero y volvió a cerrar los ojos.
 Había gastado más de tres mil libras domotizando su apartamento y casi quinientas libras en hacer que forraran el cabecero de la cama para evitar los fastidiosos golpes en su preciada cabeza. Cada vez que algún lumbrera pensaba que su polla era un martillo percusor ésta sufría las consecuencias; ahora con la cabeza y la espalda apoyadas en él sabía que había tomado una decisión acertada.
Un zumbido la sacó de su actual estado de paz interior para devolverla a la cruda realidad: era jueves, era tarde y otra vez se había saltado las clases. De un salto salió de la cama como su madre la trajo al mundo, aunque esto no era del todo cierto; cuando nació no llevaba tatuajes. Parada ante el espejo, que cubría la totalidad de la pared frente a la cama, miró el primer y único tatuaje que adulteraba su piel. Con los dedos delineó las letras árabes que formaban el nombre de su primer… << Cliente, Laura >> contestó su mente antes que su corazón. Aunque en ese momento, hace ya tres años no lo supiese, Rashid sería el primero de los muchos que después vendrían.
Lo había conocido en un pub mientras esperaba a que sus amigos hiciesen acto de presencia. Él se había acercado, presentado y comenzado una conversación que agradeció mucho, pues no era para nada la típica palabrería sin fundamento a la que estaba acostumbrada. Siendo varios años mayor que ella la trató como a una mujer y no como a una cría, igual que hiciese horas después con su cuerpo en la habitación del hotel. No era la primera vez que tenia sexo, pero si la primera en la que un hombre la hacía sentirse poderosa, la primera en la que supo lo que era sentir deseo y la primera en comprender que, en esta vida, muchas veces nada es lo que parece.
Cuando salió de ese hotel a la mañana siguiente nunca imaginó que esas quinientas libras que encontró en su bolso y que malgastó, grabando a golpe de aguja las letras que con tinta él había escrito en su cuerpo, cambiarían tanto su vida; pero así fue. Aun ahora, recordando esos primeros momentos con él, su corazón se contraía y un nudo se alojaba en su garganta, secándole la boca, haciendo que sus ojos se empañaran por las lagrimas.
 Otra vez el mismo zumbido de antes la devolvió a la realidad. Fue hasta la mesilla y cogió el dichoso teléfono comprobando que tenía cinco llamadas perdidas y siete mensajes, no le hizo falta mirar de quien eran, lo sabía. 
La noche anterior todos sus amigos se habían reunido para despedir a Cristina, volvía a España y ella faltó; otra vez. Un cliente de última hora, un cliente al que nunca le diría no. Nadie en su círculo de amistades, y menos familiar, conocía la existencia de su doble vida. No podía dejar que fueran a su casa, no podía dar explicaciones cuando de pronto le tocaba salir pitando mientras estaban tomando una copa. Tampoco cuando no daba señales de vida durante varios días, como era el caso cada vez que le tocaba acompañar a un alto ejecutivo que se encontraría en Londres por unos días.
 Sin ganas comenzó a recoger la ropa dispersa por toda la habitación. Rashid era un cliente, pero siempre fue y sería el más apasionado. Nunca dejaría de sorprenderla, ni de enseñarles pequeños trucos para hacer más felices a sus competidores como él los llamaba. Con él no tenía que fingir, no tenía que ser la Sra. Tal o la secretaria abnegada que acompañaba a su jefe. Tampoco la colegiala, ni la dominatrix, no, con Rashid tan solo era Laura.
 La chica española, estudiante y tímida, que fue a Londres para perfeccionar el idioma y acabó convirtiéndose en una puta de lujo. La chica de veintiséis años que tenia apartamento propio, se compraba la ropa más cara y no escatimaba en lujos.

 La chica que, al igual que esos zapatos de más de dos mil libras tirados en el suelo, valía mucho más de lo que la gente pudiese pensar.

RESEÑA: El diario oscuro ~ Philip Moonfark ~ (Karol Scandiu)


  WEB: www.sagaeldiario.com
Tamaño: 21 X 14 cm
Págs: 234
Género: Terror / Romántica Adulta
Formato o tipo de archivo: Papel
Edición: Rústica con solapas
EAN: 978-84-938690-9-0
Colección: El diario oscuro
Autor/a: Karol Scandiu




Sinopsis

Acostumbrado a la soledad y al anonimato, propios de su inmortalidad, 
Philip no se mezcla ni tan siquiera con los de su propia especie. 
En un desafortunado encuentro con un antiguo compañero de andanzas, 
él salva a una humana de manos de éste. Sin saber por qué razón lo hizo, 
Philip se ve de pronto encadenado a la presencia de ella, una joven llena 
de secretos, con un horrible pasado, un presente vacío y un futuro incierto.
Jane lleva mucho huyendo, decidida a desaparecer y dejar atrás 
toda su vida e infancia, cuyos recuerdos están teñidos en sangre y odio. 
Una niña que nunca lo fue, una inocencia perdida desde hace mucho, 
y lo que la depara el futuro, es tan borroso como el presente que la rodea.
¿Qué harías, si solo un verdadero monstruo fuera capaz de protegerte?
La venganza tiene un nombre, y se escribe con sangre.


Mi opinión personal

Primero de todo deciros que esta es mi primera reseña y que es todo un honor para mí que mi debut sea de la mano del magnífico Diario oscuro de mi queridísima Karol Scandiu.
                                               
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Autora más que conocida en la blogsfera, tanto por su blog Deseo y Osuridad,—del cual soy seguidora y os animo a todos a serlo— como por sus obras ya publicadas: EROTIKA VOL1(Autora) y Co-autora en numerosas antologías: 200 BALDOSAS AL INFIERNO, ZOMBIES!, FEMENINO SINGULAR, ARKHAM, RELATOS DE HORROR CÓSMICO y varias que próximamente se publicarán, nos trae su último trabajo EL DIARIO OSCURO ~ Philip Moonfark ~.

El Diario Oscuro es un libro donde desde sus primeras letras sentirás la historia como propia. Catalogada como una novela de Terror/Romántica Adulta está narrada en tercera persona, excepto cuando el protagonista nos relata las entrañas mas recónditas de sus sentimientos que lo hace en primera persona a modo de diario,—de aquí el muy acertado título de la novela—.


La acción de esta trama tiene lugar en Londres en el año 1975 y nos cuenta la historia de Philip Moonfark, un inmortal Vampiro que comienza a escribir un diario como modo de escape para la "vida" o mejor dicho "no vida" que comienza a pesarle. Ajeno a los de su propia especie, se auto-recluye en su guarida día tras día después de saciar su hambre, hastiado de su condición. Pero todo cambia cuando una noche coincide con otro vampiro llamado Malrrón. Éste es lo más parecido a un amigo que tiene Philip, aunque en el fondo huye de su compañia por su, llamémosle, "forma de ser", pues es cruel y despiadado a la hora de alimentarse, todo lo contrario a Philip que llega, los deja inconscientes y se alimenta. No simpatiza con los humanos, pero es de la opinión de que "con la comida no se juega". En un acto de pura diversión, Malrron, atrapa a una humana para llevar a cabo su propio ritual de alimentación y al comprender las intenciones de su amigo para con la humana, Philip en un arrebato, coge a la chica y la salva de las garras del otro monstruo, llevándola con él a su casa. A partir de aquí es cuando Philip le encuentra sentido a la vida... la tentación y el deseo, la rabia y la ira, las ansias de venganza, en cuanto el amor hace acto de presencia, harán de este monstruo sin alma el perfecto protector para la única mujer que le hace desear tener corazón... Jane, su dulce Jane.

Jane, es una chica de diecisiete años, la cual ha sufrido durante toda su corta vida, siendo victima de numerosas aberraciones de mano de quienes deberían haberla protegido y cuidado. Ha vagado por Londres durante seis meses, sola, sin dinero, con las pocas pertenencias de que dispone y el cuerpo y el alma rota, pero una noche todo cambiará para ella. En manos de un verdadero monstruo y asesino su vida, hasta ahora destrozada, dará un giro de 360 grados. Ya no estará sola e indefensa ante el mundo, por fin encontrará el consuelo y el amor que tanto necesita y se le ha negado desde que nació. Reticente a más no poder y no creyendo que hay salvación para ella, de la mano de este ser, conocerá los placeres de la pasión y su interior quebrado será curado. La protegerá y amará con toda su alma, porque a pesar de ser un "no vivo" y no tener un corazón latiendo, su amor por ella será eterno e incondicional. Solo ellos —sí, como leéis... ellos— podrán vengar a su "Ángel".


Este libro nos muestra una historia donde los verdaderos monstruos no son inmortales, con mirada de puro fuego o que exhiben largos colmillos cuando su sed los domina, ni que matan para poder sobrevivir... —aunque también los hay—... ¡No!; los verdaderos monstruos son meros mortales como "El Donnie" y sus amigotes que recurren a la más depravada de las atrocidades para satisfacer sus deseos retorcidos. O lo que es peor "Marie" la que, a mi más sincera opinión, es el verdadero monstruo de esta historia... pero hay algo que no tienen en cuenta ninguno... sus delitos no quedaran impunes.

Karol Scandiu con su sublime escritura nos adentra en un mundo desgarrador de dolor, tortura, sangre, desconfianza y sufrimiento, pero a la vez de superación, fuerza, deseos y amor. Una historia donde la realidad es una pesadilla y la ficción una bendición. Todo ello ensamblado en una perfecta historia romántica cargada de tensión, intriga e incertidumbre. Sin pelos en la lengua y, a la par, suma sutileza narra unos sucesos  que no te dejarán indiferente.


Con la maestría que caracteriza a esta grandiosa escritora nos  retrata los personajes haciendo que sintamos en propia piel sus sentimientos, sus ansias, sus temores, sus deseos; y no sólo los principales.
Los personajes secundarios están trabajados de tal manera que, sus actos y personalidades refuerzan la historia hasta el punto que hace que te sientas algo más que un mero lector.
Las descripciones de los lugares , tan bien detalladas, consiguen que tu mente se transportarte a ese Londres del 75. A ese sótano de una casa solitaria o a esas cuatro paredes que encierran en ellas los más viles horrores.
Sus diálogos perfectamente tratados, la fluidez de su lectura a lo largo de sus 16 capítulos, su inmejorable estilo de narración... todo ello lleva a que EL DIARIO OSCURO sea un libro, que a mi opinión, es adictivo desde la primera pagina hasta la última, dejándote esa sensación de querer más.


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Enhorabuena de corazón Karol Scandiu por este libro, el cual cuando comencé a leer no solté hasta finalizarlo.
Gracias por haber hecho que durante varias horas disfrutara de un libro como hacia mucho que no me pasaba.


Igual que grité en su día por él, a partir de hoy bramaré, vociferaré y me desgañitaré, si es necesario, para decir a los cuatro vientos que EL DIARIO OSCURO es un libro que no debe faltar en las estanterías de un lector que aprecie lo bueno.
No se si he hecho bien no desvelando mucho en estas lineas, pues lo mejor es ir descubriendo lo que este libro encierra en primera persona, notando como tu corazón se encoge ante la pluma de la escritora y se dilata ante el alma que se refleja en él; pero no me despediré sin antes hacer mención de un pequeño fragmento del diario de mi querido Philip...

En una ocasión, no sé con exactitud si cuando vivía en Nueva York en 1845 o en 1850, bueno, con saber que hace ya mucho tiempo lo dejo claro, un vampiro que conocí me dijo algo que hoy más que nunca ha cobrado fuerza en mi vida: <<Somo inmortales, pero no inmunes a la maldita enfermedad que los humanos llaman amor>>.


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